La extrema derecha centroeuropea abdica del liberalismo para alinearse con Trump
Los líderes de Alternativa para Alemania, Hungría, Eslovaquia o Austria defiende las políticas arancelarias americanas y culpa a la UE de la ausencia de negociaciones
La UE pide a China evitar una «escalada» con EE.UU. por los aranceles
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónEl líder de Alternativa para Alemania (AfD), Tino Chrupalla, ha mostrado «comprensión» hacia la política arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al que ha alabado por su decisión de «restringir el libre comercio para proteger la economía». Los aranceles de Trump le ... parecen «comprensibles», ha dicho, porque entiende que «quiere obligar a otros estados a negociar». «Lo que quiere es mejorar la balanza comercial de Estados Unidos e impulsar la industria. Es comprensible», disculpa, a pesar de que el carácter liberal de AfD había sido uno de sus pilares desde su fundación y hasta la fecha. Durante la pasada compaña electoral, la candidata Alice Weidel llegó a afirmar que los aranceles eran «veneno» para el libre comercio, pero después del anuncio de Trump ha guardado silencio al respecto.
Elon Musk apoyó personalmente su campaña, con entrevistas personales difundidas en X y pidiendo directamente el voto para AfD. El partido agradece ahora este apoyo evitando las críticas a Washington y alineándose con la Administración Trump.
Esta abdicación de los principios liberales no es exclusiva de la extrema derecha alemana. Los líderes prorrusos de Hungría y Eslovaquia han reaccionado con la misma mansedumbre. El Gobierno ultranacionalista de Hungría ha dejado claro que no apoya que la Unión Europea responda con aranceles propios, según el ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, que reprocha a Von der Leyen haber «cometido un grave error al no proponer al Gobierno de Trump negociaciones sobre el tema meses antes». «El comportamiento de Bruselas demuestra que es incapaz de tratar situaciones difíciles como las actuales», ha dicho el jefe de la diplomacia húngara, que considera que «lo que se necesita es una tranquilidad estratégica» y no «propuestas de venganza».
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El primer ministro de Eslovaquia, el populista de izquierda Robert Fico, ha defendido por su parte que lo que Trump quiere es «igualdad, reciprocidad y trabajos de alta calidad». «Trump quiere impulsar la idea de que las aranceles sean iguales, para que ningún país o región resulte favorecido», ha justificado, opuesto también a los contra-aranceles por parte de la UE. Y en Austria, el Partido Liberal (FPÖ), de extrema derecha y ganador de las pasadas elecciones, culpa a las autoridades europeas de los aranceles de Trump. «Los aranceles estadounidenses son el resultado de una política exterior fallida por parte de Bruselas», ha dicho su vicepresidenta y portavoz en materia de política exterior, Susanne Fürst.
«La UE está en un curso de confrontación con Rusia, con China y ahora también con Estados Unidos. Bruselas se ha colocado entre las sillas en todas las cuestiones esenciales», denuncia, y lamenta que, «al final del día, las víctimas de esta política son la economía europea y los ciudadanos de Europa que sufren esta política exterior europea equivocada».
El denominador común de todas estas posiciones es un giro repentino en el que estos partidos, originalmente a favor del libre comercio, han renegado de sus propios principios para coincidir con la Administración Trump y debilitar a las instituciones de la UE. El único que parece confundido es el partido polaco Ley y Justicia (PiS), que esperaba una relación privilegiada de Polonia con el nuevo gobierno estadounidense y se ve ahora ninguneado, tanto en sus demandas de clemencia comercial como a escala institucional.
El presidente polaco, Andrzej Duda, que estaba decidido a ser el primer jefe de Estado europeo en rendir homenaje a Trump, basándose en una relación que se remontaba al primer mandato del estadounidense, ha sufrido una seria decepción. Una vez en Washington, Trump hizo esperar a su invitado polaco durante una hora y media el 22 de febrero, para concederle después apenas diez minutos. Además, no lo recibió en la Casa Blanca, sino al margen de la conferencia ultraconservadora Conservative Political Action Conference (CPAC). «Fue una humillación y un baño de agua fría», publicó el diario Rzeczpospolita. Una vez anunciados los aranceles de Trump, el PiS ha guardado silencio.
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