Españoles y el precio de la seguridad en El Salvador de Bukele: «Nos semidesnudaron para ver si éramos de las maras»

El actual mandatario, reelegido con una abrumadora mayoría el pasado febrero, ha conseguido para muchos poner a El Salvador en el mapa. Al fin y al cabo, es un prodigio en el manejo de la opinión pública, según Sonia Alda, profesora de relaciones internacionales de la Universidad Pontificia Comillas. Este país al que calificaban con desdén 'el pulgarcito de América' se está haciendo un nombre, y una megacárcel y una guerra con las maras son la razón, y a su vez han sido la mejor promoción de su líder. Y esa no es una cuestión menor.

En muchos aspectos, Bukele proyecta una alargada sombra sobre una nación que vive un dilema entre democracia o supervivencia, mientras se perpetúa un estado de excepción. Que para Carlos, pseudónimo de un experto universitario que vive en el país, después de dos años «es todo menos excepcional». Y para conseguirlo, el líder salvadoreño despliega una política que no está exenta de claroscuros.

Para ello ABC ha acudido a una serie de españoles que conocen de primera mano El Salvador y que piden anonimato por el temor a cualquier repercusión. Expertos y testigos explican las asignaturas pendientes de una nación que les fascina y con una gente que por unanimidad nos dicen que destaca por su humanidad y resistencia.

Roberto detalla que en el caso de las ONG se cierne una amenaza constante sobre ellas que tiene el nombre de ley de agentes extranjeros. Una espada de Damocles que supondría gravar con un impuesto del 40% a toda ONG, y exigencias que dificultarían su permanencia.

Para este cooperante es una muestra de la concentración de poder que se está dibujando en el horizonte. Pone como ejemplo pasar de 84 a 60 escaños o de 261 municipios a 44 municipios. «En Madrid tenemos 179 municipios, imagina convertirla solo en dos municipios. Pero desde que Bukele irrumpió con militares armados en el Congreso, en 2020, para exigir la aprobación de un crédito para luchar contra las pandillas, el proceso de restricciones se ha ido consumando», afirma.

Pese a ello, también aclara que ha de ser sincero en la ambivalencia que se vive: cuando Bukele sube al poder, había una situación de inseguridad enorme. Las maras permeaban en la vida de la gente. «La situación era insoportable. No se podía vivir. Por la noche no veías un alma, se circulaba en coche y las principales ciudades quedaban desiertas. Esto era un poco como Chicago en los años 20, con la penetración de la mafia en toda la vida social. Para aparcar el coche en los barrios populares tenías que pagar a la mara. O supón que donde estamos nosotros es la Mara 13, y enfrente la Mara 18. Si cruzabas la calle te mataban. Incluso podían pedir que trajeras a tu hija para acostarse con ella o si no os mataban».

Es necesario entender a una población que por fin se deshizo de ese yugo. «Hoy en día, es difícil plantear una conversación sosegada sobre el tema de los derechos humanos, precisamente porque están los 20 años de asesinato de las maras», añade Roberto.

Otra fuente española al que por acuerdo llamaremos con el pseudónimo de Mario es un joven que viajó a El Salvador el año pasado, atraído por conocer las entrañas del país. Lo que más le llamó la atención es que tanto gente mayor como joven estaba redescubriendo su ciudad. Visitando lugares que hasta ahora nunca había visto por el miedo. Y también cuenta que la presencia militar es altísima. «Un día estábamos en una cafetería, de pronto llegó la policía nacional y nos puso a todos los hombres en fila contra una pared. Nos semidesnudaron para buscar si teníamos tatuajes o no. Y la policía podía decidir, según su criterio, si eran los tatuajes propios de las maras o eran artísticos. Unos se indignaron, otros lo vieron necesario».

Y como han denunciado múltiples ONG acerca de las detenciones masivas y arbitrarias de Bukele, Roberto señala que hay un montón de luchadores sociales, entre ellos defensores del medio ambiente. Unos huyen, mientras otros se quedan y las madres salen a la calle con pancartas diciendo: «cambio mi libertad por la de mi hijo». Mario comenta que algo de lo que se hablaba mucho en la calle es que en algunas zonas mineras, los líderes de los movimientos antiminas estaban siendo encarcelados. Mientras, esas zonas se militarizaban y se preparaban para ofrecerlas a empresas chinas.

Cecilia, una española que ha vivido en El Salvador trabajando para una ONG y ha vuelto con impresiones diversas, detalla que entre las detenciones también hay mujeres 'mareras' o esposas de pandilleros. Pero matiza que cuando las maras exigían sus cuotas a las pequeñas tiendas, quienes iban a pagar cada mes eran las esposas de los dueños de esos establecimientos. Y a esas mujeres también las detuvieron.

Pese a todas estas medidas y excesos, Roberto resalta un detalle, recuperando su analogía del Chicago de los años 20: cuando estaba la mafia, «el gobierno intervino y dejaron de tener cierto control, pero no desaparecieron. Esto mismo pasa aquí. Las maras están ligadas al narcotráfico, a la trata de personas y tienen una ligazón muy grande con los cárteles mexicanos. De los miles de detenidos, la mayor parte son el mediano y el pequeño 'marero'. No las grandes mentes detrás de esas organizaciones».

La profesora Alda señala a ABC que no se tiene en cuenta el 'efecto cucaracha' al encender la luz. Los principales líderes, en realidad, han podido migrar a otros países. Son organizaciones que mutan y se adaptan rápidamente. «Eso supondría extender el problema, no resolverlo», apunta.

Algo que coincide con lo investigado por el medio de referencia 'El Faro'. Tras una ardua investigación, concluyó que Bukele ha ganado la guerra comunicacional, pero las maras no han sido extinguidas. «Tenían probablemente acuerdos con el Estado que no conocemos. Una prueba de ello es que una semana después de la masacre de noviembre de 2021, cuando fueron asesinadas más de 40 personas, Crook, uno de los máximos líderes de la Mara Salvatrucha, salió libre pese a deber 40 años de prisión y de estar solicitado en extradición», señala el medio.

A ello se une una cuestión importante que recalca Carlos, el profesor universitario que confiesa que está pensándose volver a España. Sin embargo, por la edad y por su cariño al país es algo que preferiría evitar. Indica que con Bukele hay miedo en las instituciones educativas. El problema no está siendo abordado de origen. «Porque parte de estos pandilleros vienen de la deserción escolar. Si no se mejoran las condiciones para determinadas comunidades, es como un grifo abierto sin control pueden salir a flote otras formas de criminalidad. Con el problema añadido de que la policía y el ejército actúan como 'jueces de la calle', como ellos mismos los definen».

Esto enlaza con el grave problema de la corrupción. La profesora Alda explica que «si se le otorga a las fuerzas militares una gran capacidad de actuación, aumentan los riesgos de corrupción y en contacto con la población puede llevar a un contagio. Con lo cual se estaría agravando más el problema.

Llama la atención que mientras que el país mejoraba en seguridad en 2023, retrocedió 10 puestos en el Índice de Percepción de la Corrupción. De hecho, una base de datos con información confidencial sobre casos de violencia sexual, abuso infantil cometidos por funcionarios de seguridad de El Salvador –filtrada a 'Human Rights Watch' (HRW)– destapó miles de casos sin investigar. Y para Cecilia son casos que la prensa extranjera no suele recoger.

Roberto cuenta que en ocasiones el ejército destinado a controlar a las maras «puede no cachearte o detenerte, pero solo a cambio de algo...¿Imaginas el qué? Y en ese caso la mujer es el factor olvidado y la que sale peor parada».

En ese aspecto, Cecilia señala que la forma en que es tratado el visitante europeo en El Salvador es de una calurosa bienvenida, especialmente el español. Y «al ser extranjera y europea nos ven como superiores, nos tratan mejor», añade. Mientras que el acoso a la mujer salvadoreña es algo palpable, pero ignorado. En este panorama, Mario resalta la contradicción de que los grupos LGTBI tienen miedo, pero antes ir por la calle era peor para ellos. Y es que Bukele ha eliminado toda la ideología de género de las escuelas.

Para Cecilia es una bomba de humo para distraer de otros temas. Alda explica que es una técnica clásica: Bukele sabe que al tomar estas medidas en El Salvador, un país que es muy conservador, se hará más popular. «Y así evita afrontar problemas que podrían causar mayor disensión entre la gente» indica. Como es el caso de la economía.

Alda señala que Bukele centró su campaña en seguridad y en alimentar la inversión extranjera, haciendo de El Salvador un país turístico. Pero hay problemas crónicos. Roberto destaca que el grueso del capital humano de El Salvador apuesta por emigrar porque la tasa de desempleo es brutal. Ya que depende en gran medida de una economía sumergida. Y de las remesas, 8.000 millones de dólares anuales que vienen de fuera.

Pero una generación que se fue vuelve a invertir en el país y acondiciona sus casas para alquilarlas, mientras se construyen apartamentos. Un boom inmobiliario que provoca un problema de gentrificación. Las personas con los salarios más bajos se ven expulsadas. Mario recuerda ver que los puestos ambulantes están desapareciendo, son gente que vive al día ¿Qué van a comer?, «Mucha personas, sin pensiones, se dedican a este tipo de economía hasta muy mayores. Y ahora están más ahogadas», apunta Cecilia.

Carlos recuerda que nada surge mágicamente, como experto destaca que el modelo de seguridad de Bukele necesita mucho dinero y no se sabe si va a tener tanto para sostenerse. Tenemos una sociedad que vive con numerosos interrogantes.

Mario comenta que las zonas rurales son otro mundo, no se sabe qué está pasando allí. Además, hay un aumento del pequeño ladrón que te roba a punta de navaja, él mismo lo vivió cuando tres navajeros una noche le robaron. Para la profesora Alda esto puede beneficiar a Bukele, porque en el fondo añade terror a la ecuación.

Así que tenemos que «Bukele ya tiene el control de la calle, del Tribunal de Cuentas, de la Corte Suprema… de todo, y esto irá a mas», relata Roberto. En ese caso, personas como Carlos al final puede que tengan que volver, porque sabe que la incertidumbre es la mejor gasolina para 'la solución Bukele'. Y el miedo su garantía. Mientras, Mario se pregunta si después de todo esto ¿llegará un punto de quiebre o no?