Los estadounidenses se echan a las carreteras para esquivar los escáneres
Casi 40 millones de personas cogerán el coche entre hoy y mañana para desplazarse por el Día de Acción de Gracias, un 12 por ciento más que en 2009
anna grau
La situación en los aeropuertos de Estados Unidos es de calma tensa en esta víspera del Día de Acción de Gracias, el único momento en todo el año (más, incluso, que en Navidades) en que todo norteamericano recorre la distancia que haga falta para ... sentarse a comer el tradicional pavo con la familia . En esta edición, es además la gran fecha para la creciente guerrilla urbana contra los nuevos escáneres corporales. Los detractores de la Autoridad de Seguridad en el Transporte (TSA por sus siglas en inglés), la agencia responsable de la seguridad aeroportuaria, habían declarado este miércoles el "National Opt Out Day", algo así como la jornada de "Di no al escáner", lo cual se temía que provocara una avalancha de retrasos y hasta de vuelos perdidos. Por si acaso, muchos han elegido la carretera y no el avión.
Se calcula que 39.7 millones de personas van a viajar este puente de Acción de Gracias por carretera, lo cual supone un 12 por ciento de incremento respecto del año pasado. Cada familia recorrerá una media de 1.300 km. Sólo 1,62 millones van a volar, apenas un 3,5 por ciento más que el año pasado.
Hay que decir que el miércoles parecía tener más éxito la huelga de aviones que la de registros. Mediado el día, había poco o ningún rastro de los temidos incidentes a causa de un plante masivo ante los escáneres corporales. O las autoridades habían redoblado efectivos (o reducido a la mitad los controles aleatorios, que todo es posible) o los viajeros procuraban no añadir más penalidades al calvario que ya de por sí supone volar en Estados Unidos.
Varios colectivos habían convocado una jornada contra el escáner
Mientras, en la página web que lanzaba a la batalla, www.optoutday.com , se aseguraba que hasta un 61 por ciento de los pasajeros seleccionados para el escáner se habían “plantado” y exigido el registro manual, las autoridades decían que el plante no pasaba en general del 3 por ciento e informaban de retrasos de apenas diez minutos en la mayoría de los vuelos.
Se había habilitado incluso un seguimiento constante de posibles incidentes vía Twitter, con un hashtag especial para cada aeropuerto (y algunos especiales para grandes medios de comunicación) para tomar nota de la hora, las características y el aeropuerto concreto de los problemas. Pero la mayoría de los tuits eran casi sorprendentemente tranquilizadores: “hemos embarcado en cinco minutos”, “todo normal”, “todo bien”, etc.
La sombra del Tea Party
Algunos comentaristas que empiezan a salir en defensa de la TSA subrayan el hecho de que la cadena Fox es de las que más publicidad ha dado al asunto, instruyendo a su audiencia sobre cómo participar. Llamar la atención sobre el entusiasmo de la Fox por estas protestas equivale a ver en ellas cierto regusto del Tea Party. Y no deja de haber cierta lógica en que quien pide menos impuestos y menos gobierno pida también menos registros. Aunque eso suponga darle una vuelta de campana al tradicional discurso conservador de que la seguridad es lo primero.
Ciertamente la población puede quejarse de que se le mandan mensajes contradictorios y muy confusos. La TSA asegura que no hay peligro con los escáneres corporales, pero los grupos de defensa de los viajeros aseguran que la radiación empleada es muy alta, que puede ser un multiplicador de los casos de cáncer y que nadie sabe qué otros problemas de salud puede acarrear en el futuro.
Por si acaso, la TSA ya se ha plegado sigilosamente a las exigencias de no pasar el escáner de colectivos que vuelan con más frecuencia, empezando por los mismos pilotos .
Pero si por un lado a la gente se le dice que el escáner mecánico es muy malo, y que vete tú a saber qué pasa con las imágenes resultantes (“¡no somos unos pervertidos!”, clamaban ayer indignados los agentes de la TSA), por otro lado se les transmite una idea dantesca de los cacheos manuales que se sugieren como alternativa.
Rush Holt, congresista por New Jersey, que no es precisamente del Tea Party sino demócrata, pero también es el único cuáquero de todo el Congreso, ha escrito al jefe de la TSA, John Pistole, una carta que entre otras cosas considera “inaceptable” que el gobierno de “nos obligue a elegir entre las nuevas máquinas que nos exponen al riesgo de la radiación y a que nuestros cuerpos desnudos sean examinados por extraños, o someternos a tocamientos humillantes de nuestras partes”.
Holt añade que después de viajar mucho se ha dado cuenta de que en otros países no se hacen estas cosas, los controles son más sutiles y los resultados para la seguridad son mejores. Con lo cual concluye con la pregunta suprema, la que en Estados Unidos siempre vale un millón de dólares: “¿cómo es posible que nosotros, ciudadanos norteamericanos, seamos tratados de esta manera?”.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete