Dimiten los altos mandos del Ejército polaco a pocos días de las elecciones

También ha dejado su cargo el jefe del Mando operativo, Tomasz Piotrowski. Ambos militares ocupaban estos puestos desde 2018 y habían protagonizado varios enfrentamientos con el ministro de Defensa, Mariusz Blaszczak. En las últimas semanas, se habían resistido por ejemplo a lo que la oposición ha denominado «los intentos del ministro de involucrar al ejército en la campaña electoral».

Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, Polonia ha aumentado su gasto en Defensa hasta el 3% del PIB, con 20.500 millones de euros en 2023, y planea elevar ese presupuestos hasta el 4% a partir de ahora, todo ello con la intención de convertir el Ejército polaco en «el mayor ejército de tierra de Europa», según Blaszczak.

De cara a la campaña electoral, Blaszczak ha querido exhibir esta política, como una de las bazas que ofrece la continuidad en el gobierno de su partido, Ley y Justicia (PiS), pero no encontró precisamente una alfombra roja. Los altos mandos se habían distanciado del ministro desde diciembre, después de que un misil procedente del este explotase en territorio polaco en diciembre. Sólo se supo después de que un excursionista encontrase los escombros d euna granja destruida. Blaszczak culpó a Piotrowski de la falta de información y exigió su renuncia, lo que provocó protestas de Andrzejczak. Finalmente, el presidente Andrzej Duda, el jefe formal de las fuerzas armadas, intervino para mediar, pero según ha publicado Rzeczpospolita Blaszczak marginó a Piotrowski y a su Comando Operativo en el proceso de fortalecimiento de la defensa de la frontera polaca con Bielorrusia, a raíz de la reubicación allí del mercenario ruso Grupo Wagner.

La oposición se ha encargado además de echar leña al fuego hasta el desenlace de las dimisiones. «Un soldado nunca debe sentir que está siendo utilizado para representar un espectáculo político», ha apoyado la decisión el líder de Polonia 2050, Szymon Hołownia.

El Gobierno ha reaccionado con rapidez y el presidente Duda ha nombrado esta misma tarde al General Wieslaw Kukuła, hasta ahora Comandante General de las Fuerzas Armadas, como nuevo Jefe del Estado Mayor del ejército polaco. Y al general Maciej Klisz como nuevo Comandante General de las Fuerzas Armadas. «Por supuesto, si los generales deciden ayer presentar solicitudes para terminar su deber, para despojarse de sus uniformes, tal decisión será aceptada por el jefe de las fuerzas armadas», dijo Jacek Siewiera, jefe de la Oficina de Seguridad Nacional, el órgano asesor del presidente.

Błaszczak, por su parte, no tiene previsto participar mañana (miércoles) en el Consejo de Ministros de Defensa de la OTAN ni en la reunión del Grupo de Contacto para el apoyo a Ucrania. El líder de la opositora Plataforma Cívica, Donald Tusk, ha hablado en público de hasta diez dimisiones más de militares. «Necesitamos estabilidad y seguridad. Por lo tanto, pido a todos los oficiales y generales del ejército polaco que mantengan la cabeza fría y la máxima responsabilidad», ha dicho Tusk.

El líder de La Confederación, Krzysztof Bosak, ha declarado por su parte que «esta es la culminación del conflicto entre los altos mandos del ejército polaco y el ministro Blaszczak, al que hemos estado prestando atención desde el principio, y criticamos que el ministro Błaszczak haya culpado a los comandantes por la situación relacionada con el encubrimiento del lanzamiento de un misil cerca de Bydgoszcz y por diversos tipos de irregularidades en la comunicación y el ocultamiento de esta situación».

«Creemos que el ministro Blaszczak, independientemente de lo que haya ocurrido, debería apoyar a los soldados», ha añadido, «si hubo irregularidades, habría que explicarlas, pero una situación en la que el Ministerio de Defensa Nacional culpa a los altos mandos es inaceptable y, sobre todo, obstaculiza una mayor cooperación.

En el Ministerio de Interior permanece reunido un equipo de crisis. De cara a las elecciones, este plante del ejército perjudica al PiS. El gesto toca a los indecisos y remueve también en su malestar a los votantes del PiS que, tras ocho años de gobierno, habían comprobado que no todas las promesas electorales se habían cumplido y que ven ahora que los militares no están con el PiS.