publica sus memorias
Bush se presenta como un «disidente» opuesto a la guerra de Irak
Asegura que todavía siente «náuseas» cuando piensa que no se encontraron armas de destrucción masiva en Irak
ANNA GRAU
Ya han salido a la venta las memorias de George W. Bush, «Decision Points», en las que reivindica haber autorizado personalmente el uso del «waterboarding» o ahogamiento simulado para interrogar a miembros de Al Qaida. También se presenta como un «disidente» de la guerra de ... Irak, más reacio que otros en la Casa Blanca a usar la fuerza, y dice que sintió «náuseas» cuando las famosas armas de destrucción masiva no aparecieron, aunque no por ello deja de pensar que el mundo está mejor sin Sadam Husein. Por último aclara que pertenece al movimiento pro-vida desde que siendo un adolescente su madre le enseñó el feto de un hermano suyo abortado (involuntariamente).
Era casi imposible para Bush decir o escribir nada que hiciera caer su popularidad por debajo del nivel en que estaba en el momento de dejar la Casa Blanca, cuando apenas un 35 por ciento de norteamericanos aprobaba su gestión. Sin embargo desde entonces ha ganado diez puntos, según Gallup. Bush gozaba el pasado mes de octubre de una aprobación del 45 por ciento. También en octubre, la CNN descubrió que sólo un 47 por ciento de norteamericanos seguían pensando que Barack Obama es mejor presidente que Bush, frente al 45 por ciento que ya creen lo contrario. Hace dieciocho meses Obama le sacaba 23 puntos.
Ciertamente estamos hablando del momento más impopular de Obama desde que llegó a la Casa Blanca. Pero es curioso observar cómo poco a poco Bush empieza a sobreponerse a la caricatura de su presidencia. ¿Suena para él la hora de la rehabilitación?
Es bastante común en EE.UU. mirar con mayor indulgencia a los expresidentes que a los presidentes en activo. En este caso se da un factor añadido: a los errores objetivos de Bush hay que añadir el efecto de una corriente de opinión subjetiva tendente a culparle a él y sólo a él de todo. De su lenta reacción frente a la catástrofe del Katrina y de la mala preparación de la postguerra iraquí (capítulos en que él mismo entona el mea culpa), pero también de la crisis económica, cuyas raíces exceden una sola presidencia, y de la decisión última de invadir Irak, bastante más colectiva de lo que en general se reconoce.
Mención a Aznar
«Yo soy el que tengo el poder de decidir, y yo decido», solía jactarse Bush a su muy texana manera. Semejante actitud, ridiculizada incluso en camisetas, le pasó una factura que acaso no fuera del todo real.
¿Empiezan a darse cuenta los estadounidenses de eso, empiezan a ver a su antiguo presidente menos como un «alien» y más como una expresión de lo que en un determinado momento fueron ellos mismos, una parte por lo menos? En sus memorias (en las que José María Aznar es calificado de «visionario» contra el terrorismo) Bush dice que el peor momento de su presidencia no tuvo nada que ver con Irak. Fue cuando Kanye West, un rapero muy popular, en pleno concierto de homenaje a las víctimas del Katrina dijo: «a Bush no le importan los negros».
Esta confesión ha sorprendido al propio Kanye West, que desde entonces ha perdido mucha de su propia popularidad a raíz de varios numeritos montados en entregas de premios musicales cuando no se los daban a él. A día de hoy el rapero dice que «humanamente» comprende a Bush.
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