El Gobierno francés de Barnier entra en crisis antes de conocerse

A primera hora de la mañana del viernes, los portavoces oficiosos de Macron hicieron públicas las reservas del presidente contra Laurence Garnier, presentada como ministra de la Familia. El rechazo presidencial tiene este origen: católica practicante. Garnier se opuso activamente al matrimonio homosexual y criticó severamente la decisión de Macron de considerar el aborto como un «derecho constitucional».

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Se daba por sentado que Bruno Retailleau, conservador muy tradicional, sería nombrado ministro del Interior. Cuando se estaba esperando el anuncio del nuevo gobierno, el 80 % de los diputados del MoDem (Movimiento Centrista), uno de los partidos macronianos, anunciaron su «descontento» con el nombramiento de Retailleau.

El nombramiento de Retailleau se había considerado como un gesto hacia la extrema derecha de Marine Le Pen. Para los centristas amigos de Macron, se trata de un gesto «excesivo», que pudiera complicar la presentación definitiva del primer Gobierno de un primer ministro que solo fue nombrado tras setenta y cuatro días de espera, chalaneos, vacilaciones y negociaciones fallidas; después de la segunda vuelta de las elecciones anticipadas que han abierto una crisis sin precedentes en la historia de la V República.

Ni a Barnier ni a Macron los interesa abrir una nueva crisis, antes siquiera de conocerse el nuevo gobierno. Sin embargo, las tensiones personales, entre presidente y jefe de gobierno, las diferencias entre la media docena de familias o partidos de centro y derecha, confirman un rosario de incertidumbres nacionales que han comenzado a afectar indirectamente a la UE y la OTAN, degradando discretamente el puesto de Francia.