Alemania aspira a convertirse en el mayor productor europeo de cannabis
El sector ya mueve anualmente mil millones de euros en el país, que se convertirán en 5.000 cuando se legalice el consumo como sustancia de ocio, que se clasificará como estimulante y no como narcótico
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónA cualquier hora del día o de la noche es posible conseguir cannabis al por menor en las inmediaciones de la estación Kottbusser Tor de Berlín, una zona apodada 'Kotti' cuyos habitantes se jactan a menudo de disfrutar de una especie de tácita ... laguna en la aplicación de la ley.
Los vendedores suelen ser menores de edad y pasan paquetes de un gramo por una tarifa generalizada de diez euros, aunque el precio varía en función de la mezcla con productos sintéticos y del subjetivo criterio «si creo que eres mi amigo». El alto índice de delitos, muy por encima de la media de la capital alemana, ha impulsado la creación de una estación policial cuyas obras sufren un serio retraso y a la que los vecinos han plantado una resistencia feroz. Amenaza la mayor fuente de ingresos del distrito. Esgrimen que, siempre que hay problemas, los jefes de los traficantes se reúnen con la Policía en una especie de asambleas en las que se decide conjuntamente cómo actuar en adelante y con las que, aseguran, basta para organizar la convivencia.
La Policía ni confirma ni desmiente. En este contexto, los camellos opinan con satírica indiferencia sobre la decisión del Gobierno alemán de legalizar el consumo 'recreativo' del cannabis. «¡Bien por ellos! Han decidido permitir lo que ya hacemos cuando nos da la gana. Son lentitos, pero terminan entendiendo», celebra un joven de ascendencia turca que no considera que Kottbusser Tor constituya una excepción, «encuentras vendedores aquí igual que en cualquier otro barrio, en cualquier otro parque, club o colegio».
No muestra ninguna preocupación por el riesgo de perder su fuente de ingresos, pero la legalización está movilizando empresarios y capital que ambicionan su parte en el suculento negocio del cannabis legal, un sector que ya mueve anualmente unos mil millones de euros, que se convertirán en 5.000 millones en cuanto entre en vigor la nueva ley y que ofrece una paradójica ventaja anticíclica: cuando peor es la crisis, más gana.
Hasta ahora Alemania importaba cantidades relativamente pequeñas de cannabis de Dinamarca, Holanda y Portugal para complementar las escasas producciones nacionales, permitidas desde 2017 para uso médico y bajo muy estrictas medidas de control. El 0,1% de la población alemana recibe o ha recibido algún tipo de prescripción facultativa para consumir cannabis en casos de enfermedades degenerativas, dolores crónicos, tratamientos de quimioterapia o endometriosis. La medicina alemana tiene asumido que el cannabis no cura enfermedades, pero ayuda a sobrellevarlas. Y después de este quinquenio introductorio, el sector está a punto de dar un importante paso: la legalización del cannabis como sustancia de ocio de mano del Gobierno de la 'coalición semáforo', encabezada por el socialdemócrata Olaf Scholz y de la que forman parte también verdes y liberales.
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El ministro de Sanidad, Karl Lauterbach, asegura que con la legalización se garantiza una mejor protección para niños y jóvenes y se aporta seguridad y legalidad a una práctica muy extendida entre los adultos, que podrán libremente comprar, poseer y consumir hasta 30 gramos de cannabis de placer sin que por ello el Gobierno espere un aumento significativo en el consumo.
El cannabis y el ingrediente activo tetrahidrocannabinol (THC) ya no serán clasificados oficialmente como narcóticos, sino como estimulantes. El cultivo privado será permitido con el límite de tres plantas con flores femeninas por persona adulta, que deberán ser protegidas del acceso de niños y jóvenes. Solo los adultos podrán entrar en las tiendas especializadas con licencia o comprar en farmacias y no estará permitida la publicidad ni el negocio de venta por correo. Además del IVA del 19%, se planea un «impuesto al cannabis» por separado, basado en el contenido de THC. El Estado espera recaudar 1.800 millones de euros limpios al año con un precio final similar al del mercado negro.
Riesgos para los jóvenes
La nueva ley ha sido ya acordada por el Consejo de Ministros, pero su redacción está resultando larga, debido al gran número de departamentos implicados. A falta de otros detalles, sí ha quedado ya claro que permitirá la venta de productos de cannabis para fumar, inhalar o ingerir en forma de cápsulas, aerosoles o gotas, al contrario que los llamados comestibles, como galletas o dulces. El Ministerio de Sanidad contemplará un límite para adultos jóvenes de entre 18 y 21 años debido al «mayor riesgo de daño cerebral en la adolescencia». En este sentido y todavía por conocer el texto final, Lauterbach ha mencionado el 10%. «El enfoque adoptado por los Países Bajos sobre el tema del cannabis no es un modelo a seguir para nosotros», ha dicho el ministro, «allí hay un uso liberal y no hay un mercado regulado. No queremos eso aquí».
A título personal y antes de ocupar la cartera de Sanidad, Lauterbach, se opuso a la liberación del cannabis, razón por la que ha evitado ahora presentar la legalización como un gran avance en la política de drogas. Se ha limitado a argumentar que, con la prohibición anterior, Alemania «no había logrado ningún éxito notable».
El posible conflicto con Bruselas
El consumo había aumentado, en paralelo al comportamiento adictivo problemático. «La tendencia va en la dirección equivocada», justificó durante el anuncio de la nueva regulación. Quedan sin embargo abiertas varias cuestiones acerca de las normas legales internacionales y europeas. El marco legal ofrece «opciones limitadas para implementar el plan de la coalición», reconoce el gabinete de ministros. Se refiere, por ejemplo, al Tratado de Schengen. Bruselas podría decir algo antes de final de año, pero la legalización del cannabis figuró en el pacto de coalición de los tres partidos que forman parte del Gobierno y están decididos a cumplir el compromiso.
«El enfoque de Países Bajos no es un modelo a seguir. Allí hay un uso liberal y no un mercado regulado. No queremos eso aquí»
Karl Lauterbach
ministro de Sanidad alemán
Faltan por concretar los detalles sobre los requisitos de calidad y las exigencias de seguridad en la producción, vitales para poder trazar planes de inversión, pero en la carrera por el negocio del cannbis parten con ventaja las tres empresas que ya contaban previamente con licitación para producir en Alemania: las filiales de las canadienses Aurora y Tilray Brands junto a la alemana Deutsche Cannabis AG. También se han abierto paso algunas distribuidoras como Cansativa, en Hesse, en la que ha invertido el rapero estadounidense Snoop Dogg, o Cantourage, que acaba de salir a bolsa.
Pero son multitud las explotaciones que están llamando a las puertas del Ministerio de Agricultura para intentar acelerar la solicitud. La clave está en que la nueva ley permitirá la producción en Alemania, pero no la importación a gran escala. Esta estructura legal permitiría a Alemania ocupar de inmediato el puesto de mayor productor legal de Europa y, a medio-largo plazo, el de mayor productor del mundo. El 'know-how' ya lo tiene. Su máximo exponente es la plata de Aurora en Leuna.
Entrar en las instalaciones de Aurora en Sajonia Anhalt exige requisitos de seguridad muy similares a los del Bundesbank. Cada año factura una tonelada de cannabis de uso medicinal de las ocho que consume Alemania. Las plantas 'abuelas' de un año de edad, de las que cada dos semanas salen esquejes para iniciar un proceso de cultivo que dura unos dos meses, son custodiadas en cámaras acorazadas con puertas de acero de 24 centímetros de anchura, según explica Simon von Berlepsch, biólogo encargado de la optimización de la producción. Para proteger las plantas es necesario vestirse con ropa esterilizada, gorro, dobles patucos de quirófano y guantes.
Una vez dentro, la iluminación led y la humedad son estrictamente medidas y controladas. El aroma envolvente se va haciendo más intenso a medida que se accede a las cámaras con plantas más adultas, en las que algunos trabajadores, relajados y sonrientes, retiran las hojas de mayor tamaño, para que la luz llegue por igual a las flores que crecen en la zona inferior de la planta. «Todavía no conocemos las condiciones de producción, pero seguramente estas medidas de seguridad tan altas no serán necesarias para el producto de uso recreativo, una vez las conozcamos, podremos decidir», dice Dirk Heitepriem, vicepresidente de Aurora Europe y de la Asociación de la Economía del Cannabis alemana.
Incertidumbre y críticas
«Habrá que ver qué impuestos ponen. Si un gramo nuestro cuesta cinco euros más que el ilegal, no conseguiremos que el consumidor pase al consumo legal», calcula, «para nosotros no se trata de que el consumidor se corra una juerga sino que esté seguro, porque no hay que banalizar: el cannabis es una droga como el alcohol, como el café, la nicotina... No genera una adicción como los opioides, pero conviene tomar precauciones». El nuevo producto será «relativamente parecido, pero con más variantes, con perfiles de gusto y olor diferentes», imagina Heitepriem, «es como el vino que se hace en España, hay vinos muy cuidados, muy diversos, pero todos respondiendo a unos mínimos de calidad para poder ser comercializados». La empresa tiene acuerdos con varios países europeos, entre los que no está España.
En cuanto a los canales de distribución, no está claro que funcionen para uso recreativo los mismos que han servido para el cannabis medicinal. La Comisión de Medicamentos de los Farmacéuticos Alemanes se ha pronunciado en contra de la legalización y ha advertido sobre los «riesgos para la salud» de su consumo.
El Gobierno trata de evitar una «posible situación de competencia con proveedores puramente comerciales», que haría muy difícil el control de la normativa, recurriendo a la distribución a través de las farmacias. Thomas Preis, de la Asociación de Farmacéuticos del Rin, responde que «los farmacéuticos somos profesionales de la salud, no del ocio». «El cannabis cambia la estructura cerebral de los jóvenes», alerta Iris Hauth, directora médica del Hospital Alexianer St. Joseph de Berlín Wsissensee, «hasta el 17% se vuelven dependientes». Pero nada de esto supone para el sector un elemento disuasorio. «¡Amamos el cannabis!», gritó Florian Holzapel, miembro del consejo de supervisión de Cantourage en la Bolsa de Frankfurt.
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