Marruecos juega la carta de la reforma para evitar la revolución
Se espera una victoria abrumadora del «sí» en el referéndum constitucional del próximo viernes
LUIS DE VEGA
Los marroquíes están llamados a votar en referéndum el próximo viernes la nueva Constitución presentada por el Rey Mohamed VI a la sombra de las revueltas de la Primavera Árabe. En un claro intento por evitar escenarios violentos y cambios de régimen como los ocurridos ... en Túnez o Egipto, el Soberano había anunciado el 9 de marzo que daría un vuelco a la Carta Magna. En el proyecto presentado cien días después hay ciertas reformas, pero es él quien sigue controlando todos los poderes.
La nueva Constitución «presenta mejoras en derechos humanos, reforma el estatuto del Gobierno y sus competencias, refuerza el Parlamento y transforma el Poder Judicial, pero todas estas modificaciones no han afectado al estatuto del Rey, que permanece como autoridad suprema y domina todas las instituciones», afirma Omar Bendourou, profesor de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de Rabat. «Hay muchas buenas palabras», pero el texto «está lleno de contradicciones».
La consulta fue anunciada con solo dos semanas de antelación por el Monarca. Inmediatamente, la corriente del «sí» contó con toda la maquinaria del aparato estatal, religioso y de los principales partidos. Enfrente se ha instalado la minoría opositora que defiende el boicot, encabezada por algunas formaciones políticas sin representación parlamentaria y el Movimiento 20 de Febrero, nacido siguiendo la estela de las protestas en otros países árabes.
«Hasta el momento no vemos que haya reformas reales. Esto complica el panorama actual, aunque desconozco cómo será la evolución» tras el referéndum, entiende Mohamed Madani, profesor de Derecho Constitucional. Insiste en apartarse de los colegas que, llamados por el Rey, han cocinado la reforma. «Es inquietante que en el sermón del viernes pasado todos los imanes pidieran el “sí”».
Marruecos «no ha esperado acontecimientos como los que se viven en el mundo árabe para emprender reformas democráticas», considera Mohamed Berrada, ex ministro de Finanzas y profesor de la Universidad Hasán II, en declaraciones recogidas por la agencia oficial Map. Pero la corriente opositora no arroja la toalla, aun sabiéndose en clara desventaja. Ayer fue presentada la denominada Coalición por una Monarquía Parlamentaria Ahora (CMPA), integrada por media docena de pequeñas formaciones políticas y organizaciones sindicales que, sin llamar al boicot, criticaron el proyecto de reforma.
Tras el referéndum, el texto será la sexta Carta Magna del país. La vigente en la actualidad data de 1996, tres años antes del ascenso al trono de Mohamed VI. El nuevo texto recoge en el primero de sus 180 artículos que Marruecos es una «Monarquía Constitucional, Democrática y Parlamentaria», que está «fundada sobre la separación, el equilibrio y la colaboración de los poderes».
El anuncio del Rey ha funcionado además como una buena campaña de la Monarquía alauí en el exterior. Hasta Rabat han llegado felicitaciones desde Madrid, París, Washington, Bruselas o la ONU, que aplauden lo que consideran un cambio tranquilo. «Quieren reformas sin violencia», señala el profesor Madani. «También nosotros las queremos», sentencia.
El proyecto «no convierte a Marruecos en una Monarquía Constitucional como la española», añade Omar Bendourou, que recuerda que el Rey Juan Carlos reina pero no gobierna. A pesar de todo, las comparaciones entre los dos textos son estos días constantes en los medios de comunicación marroquíes. Nadie, ni los defensores a ultranza del boicot, piensa que el «sí» no vaya a ser abrumadoramente mayoritario. No parece sin embargo que el referéndum vaya a dejar impasibles a los manifestantes. «La presión en la calle del Movimiento 20 de Febrero continuará», pronostica el profesor Bendourou.
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