Sin noticias de Ai Weiwei

Según las leyes chinas, la Policía puede incomunicar a un detenido durante doce horas, pero al cabo de un día debe avisar a la familia del arrestado. Durante estas tres últimas semanas, el régimen de Pekín sólo ha dicho que Ai Weiwei es investigado por supuestos «delitos económicos», pero el artista no ha podido reunirse ni con sus parientes ni con un abogado.

En lugar de detenido, parece que Ai Weiwei ha sido secuestrado por la Policía china. Violando su «habeas corpus», el régimen quiere aprovechar su notoriedad para lanzar un aviso a navegantes, a la disidencia que viene convocando desde mediados de febrero protestas a lo árabe a través de internet. Sin embargo, sus llamamientos han congregado a más periodistas extranjeros y policías que manifestantes.

No es la primera vez que el orondo y barbudo Ai Weiwei, de 53 años e hijo de un poeta represaliado durante la «Revolución Cultural», tiene problemas con los jerarcas del Partido Comunista. Desde que empezara a destacar por sus críticas políticas y ácidos comentarios en Twitter, donde tiene más de 70.000 seguidores pese a la censura que bloquea esta red social junto a Facebook y Youtube, las autoridades no han parado de acosarlo. Hasta tal punto que llegó a anunciar su intención de emigrar a Alemania para continuar con su obra.

En diciembre, su estudio de Shanghái fue demolido y en enero se canceló su primera gran exposición en China. En 2009 tuvo que ser operado de urgencia después de que la Policía le golpeara en la cabeza por denunciar el derrumbe masivo de escuelas en el terremoto de Sichuan por la corrupción. Sin noticias de Ai Weiwei, sus 100 millones de pipas se exhiben hasta el 2 de mayo en la sala de turbinas de la Tate Gallery de Londres.