Misiles y aviación occidental eliminan la defensa aérea y el control de mando libio
Gadafi promete una «larga y gloriosa guerra contra los nazis»
RAMIRO VILLAPADIERNA
Aviación y balística de una variada coalición occidental mantienen desde hace 24 horas una intervención sobre las fuerzas del régimen libio, en nombre de una resolución de la ONU y defensa de la población alzada contra el dominio de Muamar Gadafi.
En sendas intervenciones televisivas, ... éste se ha revuelto airado preguntando «qué justificación tiene esta intervención» que califica de «monstruos» y ha pronosticado que Francia, Reino Unido y Estados Unidos «caerán como Hitler» y, a su turno, él mismo entrará «como Franco en Bengasi», la capital rebelada al este de la Cirenaica.
Ésta sería «una confrontación del pueblo libio con Francia, Reino Unido y los EE.UU., los nuevos nazis» y «vamos a ganar», ha insistido Gadafi, obviando la propia división de opiniones en su propio pueblo, alzado en armas contra el propio régimen oficial desde mediados de febrero y que en dichas zonas exigía y ahora celebra la operación occidental. Una quincena de aviones, predominantemente franceses, patrullaban ayer el cielo libio, sin necesidad de realizar nuevos ataques al «no hallar resistencia» según fuentes del gobierno en París, lo que confirma en primera instancia la posible aniquilación de las defensas antiaéreas locales.
Un Mirage francés lanzó el primer ataque a suelo, mediada la tarde del sábado, sobre carros y vehículos oficiales en la carretera a Bengasi, una decisión que el presidente Sarkozy calificó «de grave pero necesaria» y el primer ministro británico de «correcta, legal y justa», momentos después de anunciar el mismo que Tornados y Eurofighter Typhoon británicos se habían unido a los ataques. Controladores avanzados (FAC) franceses y de las SAS estarían infiltrados desde hace días sobre el terreno ofreciendo las coordenadas de tiro.
«El coronel Gadafi lo ha provocado» ha dicho David Cameron, «ha mentido a todos, ha violado el alto el fuego y ha seguido masacrando a su propio pueblo», dijo antes de añadir que «la acción es urgente». La canciller alemana, Angela Merkel, que ha rehusado participar pero ha estado presente en la toma de decisiones en París, ha mostrado su acuerdo en que «la violencia en Libia tiene que terminar».
Analistas consultados sugieren que, aunque tarde, la convicción se ha impuesto entre los europeos de que un desarrollo violento en un vecino tan inmediato, y del que depende parte del suministro estratégico de Europa, no podía ser más consentido. Pero pese al protagonismo europeo, secundado por aviones de Noruega, Dinamarca, Bélgica y Holanda, y la apertura de bases italianas y españolas, expertos militares contemplan en el transfondo una formidable presencia estadounidense.
No sólo en el mando y control operativo sino en el lanzamiento en las últimas horas de un largo centenar de misiles de crucero Tomahawk, desde cruceros y submarinos de la Sexta Flota. «Este tipo de cosas no suceden sin que Washington no esté profundamente involucrado», ha dicho el veterano analista diplomático Paul Adams, en la BBC. El presidente Obama ha confirmado. La coalición occidental busca subrayar el inusual respaldo de la Liga Árabe –usualmente reluctante- y el apoyo de Qatar, Emiratos, Marruecos, Jordania y Egipto.
Sobre el terreno las tropas afectas al régimen reanudaron en la mañana, según llamada local a la BBC en árabe, el bombardeo de la ciudad costera de Misrata, segunda ciudad del país norteafricano; más al este, en Bengasi, los rebeldes aprovechaban la presión infligida por los bombardeos afines de Mirage y Tornados, franceses y británicos, para recobrar control y posiciones a las afueras de la ciudad.
«Injerencias»
«Nos preparamos para una larga y gloriosa guerra», ha dicho Gadafi en su segunda intervención televisiva, alentando imágenes como los fracasos estadounidenses en Somalia o para encontrar a Bin Laden y otros líderes de Al Qaida. «¿Por qué han tenido que venir a nuestra tierra a intervenir en nuestros asuntos?», se preguntó televisivamente el viejo coronel, «estas injerencias no tienen justificación alguna», agregó quien en sus 40 años de dominio autoritario ha intervenido violentamente con sus tropas en una decena de conflictos y, como recuerda el analista Alan Cowel, desde su misma llegada al poder en 1969 ha perseguido renombre e influencia internacional por las armas y el terrorismo.
«Pedimos a todos los pueblos de Asia, África, Latinoamérica e incluso de Europa que no crean las mentiras de sus gobiernos», a los que Gadafi llama «monstruosos y criminales» y asegura que «sólo quieren robarnos nuestra riqueza y petróleo». «No lo consentiremos fácilmente». Según el presidente del parlamento, las represalias aéreas occidentales habrían causado 48 muertos y 150 heridos no confirmables. Medios oficiales han informado también del derribo de un Mirage francés, pero París insiste en que todos han vuelto a sus bases en Toulon y Dijon.
Un residente en Misrata informó a lo largo de la mañana a la BBC en árabe de que las tropas de Gadafi habían reanudado ataques de artillería pesada desde tres frentes y contra barrios residenciales; asimismo niega que los aviones occidentales hubieran incendiado refinerías y depósitos de petróleo, contra lo dicho por la televisión oficial.
Fuerzas de la oposición armada en Bengasi, agrupada en un llamado Consejo Nacional, dicen temer ahora el empleo de armas químicas por parte de Gadafi, según advierten en el diario «Asharaq al Al Awsat». Los insurgentes, según esta fuente, se habrían incautado asimismo de un depósito, en las inmediaciones del aeropuerto de Benina, que —alegan— contendría gas prohibido por las leyes internacionales.
El día antes, fuerzas leales al régimen habían realizado un último ataque masivo sobre Bengasi, en la esperanza según opiniones de inteligencia de consumar la penetración en la ciudad e invalidar sobre el terreno cualquier posibilidad de represalia aérea. 90 personas habrían muerto a resultas del ataque, según fuentes de Al Arabiya y ABC sobre el terreno.
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