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Volver a vivir

A estas alturas de la pandemia del siglo XXI vende más en política la salud que el bolsillo

Benjamín Netanyahu hace un gesto tras votar en las elecciones en Israel EFE

«Volvemos a la vida», dijo Benjamín Netanyahu en campaña. El eslogan, entre muertos, vivos y moribundos no necesitaba explicación. «Son las vacunas, estúpido», diría Bill Clinton si estuviera en la Casa Blanca. A estas alturas de la pandemia del siglo XXI vende ... más en política la salud que el bolsillo aunque, la verdad, vienen a ser lo mismo.

«Estamos mal pero vamos bien», proclamó Carlos Saúl Ménem cuando disfrutaba de aquellos días de «pizza con champán» en la Casa Rosada. Eran los años 90. Su sucesor, el radical (de la Unión Cívica Radical), Fernando de la Rúa , venció –en las urnas– al peronista Eduardo Duhalde con otra frase: «Dicen que soy aburrido». En Madrid, Gabilondo lo ha transformado en «algunos dicen que soy un soso». El primero con el tiempo hubiera agradecido perder aquellas elecciones, el segundo parece que se quedara en eso, de segundo.

En 2008, Barack Obama con «Yes, we can» convenció gracias al rapero (bueno) Will I am a Estados Unidos de que era el mejor aunque fuera ‘de color’. Con su encanto y sin hacer nada, Obama sedujo a los suecos para que le dieran el Premio Nobel de la Paz. Pablo Iglesias, en compañía de otros, adaptaría para sus intereses aquel estribillo con el: «Sí, se puede».

Los eslogan electorales (lemas cuando los anglicismos eran pretenciosos en España) suelen ir acompañados de un despliegue de anuncios y debates para rematar la faena del voto, salvo que te llames Vladimir Putin. Al «asesino» –lo dijo Joe Biden– y dictador –lo digo yo–, le bastó con proclamar aquello de «un presidente fuerte, un país fuerte» para ser reelegido hace tres años. A Xi Jinping, ironías de la historia, le entusiasmó tanto lo del «sueño americano» que también se lo apropió con «el sueño chino», la pesadilla que acaban de sancionar (provincianamente) EE.UU, Europa y los aliados.

Ellos van a lo suyo, a conquistar el poder con mucha palabrería y sobredosis de marketing. Pero, lo importante para «volver a la vida», como dijo Netanyahu, es vacunar bien la salud de las finanzas y a la población. Porque, al final, son lo mismo, bonita.

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