El Viejo Puente de Móstar vuelve a unir orillas y sentimientos
El Viejo Puente de Móstar fue inaugurado ayer tras casi once años de reconstrucción después de que fuera destruido por la artillería croata. Símbolo de la sangrienta fractura de aquellos años, hoy vuelve a representar los sentimientos de reconciliación entre los bandos enfrentados
LIUBLIANA. El director general de la Unesco, Koichiro Matsuura y Sulejman Tihic, presidente de turno de la presidencia colectiva de Bosnia-Herzegovina, inauguraron ayer en la ciudad de Móstar el reconstruido Viejo Puente otomano sobre el río Neretva, destruido el 9 de noviembre de 1993 ... por la artillería croata.
El blanco arco del nuevo puente (Stari Most) vuelve a reflejarse en las aguas verde esmeralda del río Neretva. La reconstrucción de esta obra de arte del Imperio Otomano iniciada en 1997, debe ser la piedra fundamental para la reunificación de la ciudad y la reconciliación entre bosnios y croatas, según subrayaron los ministros de Cultura musulmán, serbio y croata de Bosnia-Heryegovina.
Colaboración internacional
El puente de Mostar se ha convertido también en un nuevo símbolo de la colaboración internacional, porque los 15,4 millones de dólares que costó su reconstrucción, fueron aportados, entre otros, por Italia, Turquía, Holanda, y Croacia. El Banco Mundial dio cuatro millones de dólares, mientras que la Unión Europea y el Gobierno francés aportaron los equipos técnicos necesarios.
En la década de guerras que se sucedieron en los noventa en la ex Yugoslavia, la identidad de cada nación parecía posible sólo con la eliminación física y cultural de la nación vecina. Sólo en Bosnia en tres años de guerra fueron destruidas 618 mezquitas y unas 500 iglesias católicas ortodoxas. Pero, quizá el mayor acto de barbarie fue el bombardeo y la destrucción del viejo puente por la artillería croata.
Considerado como una de las mayores obras de la historia de la arquitectura, fue construido en 1566 por orden del Sultán turco Solimán el Magnifico (1494-1566). El Monarca encargo su construcción al mejor arquitecto de la época, Mimar Hajrudin, discípulo del arquitecto Mimar Sinan que fijó los fundamentos de lo que sería la arquitectura del Imperio Otomano.
La leyenda cuenta que Solimán ordenó su construcción a Hajrudin bajo la amenaza de que le cortaría la cabeza si el arco no resistía, Antes de iniciar la obra, el arquitecto quiso comprobar su audacia arquitectónica construyendo en menor escala una copia del «Stari Most» en uno de los afluentes del Neretva, de sólo diez metros. El día de su inauguración, en 1566, y después de años de trabajo, Hajrudin no se atrevió a presenciar su apertura y se escondió en una casa de unos campesinos del lugar. Fue un emisario de las autoridades de la ciudad el que le dio la noticia que el puente había resistido el paso de peatones y cabalgaduras y que era una belleza arquitectónica.
Lo componían 456 piedras de color blanco, cuadradas, ensambladas por un sistema de herrajes y clavijas. Tenía treinta metros de largo y cuatro de ancho y se elevaba a 20 metros del cauce del Neretva, un verdadero desafío arquitectónico y a los conocimientos de la época.
Paso de los blindados de Hitler
El puente resistió durante 427 años a movimientos telúricos, inundaciones y a guerras. En la II Guerra Mundial lo atravesaron incluso los tanques alemanes. Hasta que una mañana de noviembre, hace once años, tras 60 proyectiles de grueso calibre disparados la tarde anterior, tres disparos de artillería hicieron caer sus blancas piedras al Neretva. Tras la guerra, el Ejército español levantó otro provisional de madera.
Su reconstrucción se ha hecho con materiales y técnicas originales, pero no se llegó a utilizar ninguna piedra recuperada del «Viejo Puente», al no ser suficientes y porque se ha hecho una construcción nueva, con piedra «fresca», conservando la forma original. Para los viejos habitantes musulmanes de Mostar el nuevo «Viejo Puente» es una «belleza que ha perdido su alma».
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