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Rusia, más preocupada por la caída del rublo que por la primera muerte por coronavirus

La situación se agrava además por el hecho de que China y la Unión Europea han decidido dejar de comprar petróleo ruso

El presidente de Rusia, Vladímir Putin EFE
Rafael M. Mañueco

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Mientras el presidente Vladímir Putin hace campaña en Crimea ante la votación popular convocada para el 22 de abril sobre la reforma constitucional que le permitirá seguir en el poder hasta 2036, el coronavirus en Rusia avanza paulatinamente. Los últimos datos oficiales hablan de 147 casos de COVID-19 a través de todo el país, de los que 87, más de la mitad, corresponden a Moscú. Hoy jueves se ha producido la primera muerte por la enfermedad, una mujer de 79 años en un hospital de la capital rusa, y hay en observación 22.000 personas en todo el país para determinar si habrían podido contraer el virus. Por otro lado, la gente empieza a no creerse la información de las autoridades sobre la envergadura real de la pandemia.

No obstante, preocupa más la evolución de la economía, la pronunciada caída de la moneda nacional, el rublo, y las consecuencias que pueda tener la actual situación para los bolsillos. La depreciación del rublo amenaza con desencadenar un proceso inflacionista que dispare los precios en general y en especial los de los productos básicos en medio de la pandemia. Un reciente sondeo indica que el 60 por ciento de los rusos teme más el desplome del rublo y a la inevitable subida de los precios que contagiarse con el COVID-19 mientras tan sólo un 29 por ciento piensa al revés.

Desde principios de año, el rublo ha perdido un 24 por ciento frente al euro y un 26 por ciento frente al dólar. Los pronósticos sostienen que la moneda rusa seguirá descendiendo mientras también lo siga haciendo el petróleo, materia prima de cuya exportación depende significativamente la economía rusa. Y el banco de inversión Goldman Sachs vaticina que el oro negro podría situarse pronto en los 20 dólares por barril, lo que supondría un nuevo mínimo histórico.

La situación se agrava además por el hecho de que China y la Unión Europea han decidido dejar de comprar petróleo ruso . Mañana viernes se reúne el consejo de dirección del Banco de Rusia (el bando central del país) y se espera que adopte medidas para detener el hundimiento del rublo, que podrían ser modificar la tasa de interés o acelerar la compra de divisa extranjera.

Nuevos hospitales

Mientras tanto, Rusia habilita más y más hospitales para recibir enfermos de coronavirus y está levantando uno nuevo según el esquema chino de construcción acelerada en la periferia suroeste de la capital rusa. Estas medidas junto a otras tan tajantes como cerrar el país a los extranjeros, suspender los eventos públicos, incluidas las competiciones deportivas, cerrar teatros y museos y castigar con hasta cinco años de cárcel a quienes se salten una cuarentena, son las que hacen sospechar a la población que los casos de COVID-19 en el país están muy por encima de lo que indican la cifras oficiales.

El Gobierno ruso ha advertido hoy a través de un comunicado que la pandemia del coronavirus supone «una de las peores crisis de salud mundiales de los últimos 50 años» y, por tanto, no descarta nuevas medidas «restrictivas» para frenar su expansión.

Los supermercados, por su parte, empiezan a acusar cierto déficit de existencias debido a que la población está haciendo acopio de alimentos y artículos de primera necesidad ante un posible e inminente confinamiento domiciliario a nivel general. Las autoridades sostiene que tal situación se subsanará enseguida, ya que aseguran que los almacenes de logística están repletos y lo que ha habido es un «pequeño desfase» en el transporte de mercancías.

Todo esto sucede mientras la Unión Europea acusa a los medios de comunicación oficiales rusos de difundir noticias falsas sobre el COVID-19 susceptibles de «poner en peligro» la vida de las personas. Es al menos la conclusión reflejada en un informe interno de Bruselas que se ha filtrado a la prensa y en el que se subraya que los medios afines al Kremlin «propagan desinformación sobre el coronavirus para agravar la crisis de salud pública en los países occidentales», en particular, bulos sobre la supuesta incompetencia de las autoridades europeas y estadounidenses en la gestión de la crisis sanitaria. Se trataría, según el documento comunitario, de socavar la confianza de la población en sus dirigentes y en el dispositivo sanitario con alertas de inminente «colapso» en los hospitales. Todo para generar pánico y desasosiego. Rusia no ha respondido por ahora a estas acusaciones.

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