¿La revolución «injusta»?

Ninguno de los líderes expulsados del poder tras la primavera árabe ha cumplido condena por sus presuntos delitos. Mubarak apenas estuvo dos semanas en la cárcel tras ser condenado a cadena perpetua. Y Ben Alí, que acumula más de 80 años de prisión, vive a cuerpo de rey en Arabia Saudí

¿La revolución «injusta»? agencias

m. v.

«Justicia para los mártires». La reivindicación de los manifestantes egipcios congregados en Tahrir hace menos de tres meses , repetida más tarde tras conocerse la sentencia condenatoria a Mubarak , que lo absolvía junto a sus hijos de los cargos de corrupción, puede ... interpretarse ahora como «premonitoria». Y es que más de un año después de su caída, el dictador egipcio únicamente ha cumplido apenas tres semanas en la cárcel pese a haber sido castigado con la cadena perpetua. El caso de Mubarak se explica por sus problemas de salud, justificación de la que carece el tunecino Ben Alí , que huyó a Arabia Saudí y disfruta allí de un cómodo «retiro», pese a haber sido condenado ya en varios casos a más de 80 años.

El que sí recibió «pena o castigo público», como define «justicia» el diccionario de la RAE en una de sus acepciones, fue el libio Gadafi , que más que juzgado fue, más bien, «ajusticiado». Más vivo estuvo el yemení Saleh , que aceptó salir del país cuando se dio cuenta de que no podría redirigir la situación. Eso sí, a cambio de la inmunidad que le exoneraba de la muerte de manifestantes. Otro cantar es la que la propia ONU ya califica de «guerra civil» en Siria. El conflicto interno no parece que vaya a tener un próximo desenlace, cuando la represión de Al Assad ya se ha cobrado más de 15.000 víctimas mortales, la mayoría civiles.

Ben Alí: crimen sin castigo

Corrupción, fraude inmobiliario, robo, tenencia ilícita de dinero y joyas, incitación a los desórdenes públicos, asesinatos... La justicia tunecina ha instruido ya más de un centenar de causas contra el expresidente Ben Alí, que acumula condenas por más de 80 años en la cárcel . Sin embargo, el derrocado mandatario, que huyó del país el 14 de enero de 2011, vive un exilio dorado junto a su mujer en Arabia Saudí , país que no ha respondido hasta el momento a las peticiones de extradición por parte de Túnez.

Mubarak: «preso» en el hospital

El expresidente de Egipto, Hosni Mubarak , fue condenado a principios de junio a cadena perpetua por permitir el asesinato de cerca de un millar de manifestantes a principios del año 2011, durante la revolución que acabó expulsándolo del poder. El «rais» ha estado apenas dos semanas en prisión: el pasado día 20 sufrió un ataque cardiaco y una trombosis que lo dejaron en coma . La defensa del dictador anunció tras la decisión del tribunal -que considera prescritos los cargos de corrupción y exculpa también a los hijos del antiguo mandatario- que apelaría la sentencia. Hasta su ingreso en prisión, Mubarak permanecía ingresado en un lujoso hospital a las afueras de El Cairo.

Gadafi: la justicia por la mano

No tuvo tanta suerte el dictador libio Muamar Gadafi , que murió tiroteado por los rebeldes en su ciudad natal de Sirte , tras resultar herido en un bombardeo de la OTAN y cuando intentaba huir al desierto con sus mejores hombres . Líder de facto del país durante más de cuatro décadas -nunca tuvo ningún cargo oficial-, al contrario que los presidentes tunecino y egipcio, Gadafi decidió iniciar una lucha a muerte contra las «ratas» que exigían su salida. Durante los meses que batalló contra los rebeldes, miles de civiles fallecieron a causa de los bombardeos ordenados por el dictador. Finalmente, no pudo rendir cuentas por su actuación.

Saleh: irse de rositas

Miles de yemeníes salieron a la calle a finales del pasado mes de enero para exigir justicia, después de que el presidente Alí Abdulá Saleh , acusado de ordenar el asesinato de manifestantes durante la represión de las protestas, partiese hacia Estados Unidos pocas horas después de garantizarse la inmunidad tras un año de lucha. Saleh se benefició del acuerdo alcanzado con la oposición gracias a la mediación de Arabia Saudí, que establecía que dejaría el poder cuando se celebrasen elecciones y que él mismo nombraría al único candidato a sucederle: su vicepresidente, Abdo Rabu Mansur Hadi. Todo ello, a cambio de inmunidad ante las acusaciones contra él.

Assad: «impunidad» gubernamental

Dieciséis meses y unos 15.000 muertos -la mayoría, civiles- después de que la mecha de las revueltas prendiese en Siria, el presidente Bashar al Assad sigue aferrándose al cargo, asegurando que su Ejército lucha contra «terroristas» que tratan de desestabilizar el país. Lo cierto es que aunque Naciones Unidas insista en acusar al régimen de crímenes contra la humanidad , parece aún muy lejano el día en el que Assad tenga que rendir cuentas ante la justicia por los « ataques generalizados y sistemáticos contra las poblaciones civiles perpetrados con impunidad» que denuncia la ONU. Y más tras la marcha, a causa de la creciente violencia, de los observadores internacionales.

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