Refugiados sirios en Atenas protestan ante la lentitud de los procesos de reunificación familiar

«Queremos poner presión a la embajada alemana» , explica Amer, de nacionalidad siria, que ha estado esperando siete meses la aprobación definitiva que le permita viajar a Alemania para reunirse con su mujer e hijo, a los que no ve desde hace dos años. Atrapado en la espera interminable, el caso de Amer es el de otros miles de refugiados y inmigrantes que se encuentran en Grecia sin obtener la información exacta sobre cuándo van a reunirse de nuevo con sus allegados.

«No creo que la reunificación sea pronto», lamenta Amer que, tras llegar a la isla griega de Samos, consiguió desplazarse hasta Atenas, y desde hace 11 meses se hospeda en el Hotel City Plaza . Han sido precisamente los voluntarios que manejan este espacio -un antiguo hotel en el centro de Atenas cerrado por la crisis económica en 2010 y ocupado por activistas hace un año y medio, que ahora hospeda casi 400 refugiados - uno de los que han ofrecido asesoramiento a los refugiados para llevar a cabo esta protesta. La aplicación de Amer, sin embargo, fue aceptada hace siete meses. Actualmente, solo espera la última luz verde que le permita dejar Grecia atrás para reunirse con su familia.

Además de exigir la aceleración de sus propios casos, los refugiados en huelga de hambre también piden que se respete el límite de espera establecido en seis meses para la reunificación. En total, se ha superado el plazo para unos 2.500 refugiados varados en Grecia, según explicó uno de los organizadores de la protesta, Yiorgos Maniatis, en una conferencia de prensa. “Nuestra solicitud fue aceptada hace ocho meses, pero nada se ha movido”, manifestó por su parte Zamila, otra de las refugiadas, a AFP.

En lo que va de año, Grecia ha registrado unas 9.300 aplicaciones para la reunificación , de las cuales alrededor de 5.000 han sido aprobadas hasta el momento, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur ).

Ahora, cuando se encuentra recuperando fuerzas en el City Plaza, Amer recuerda los momentos vividos durante las dos semanas sin comer. «Me sentía bien porque estaba haciendo algo para toda la gente que espera la reunificación», explica Amer. «Es un sueño... hace dos años que sueño todos los días con mi hijo».