Las idas y venidas del poder militar en la política turca

Un año y medio después, en octubre de 1961, el Ejército devolvió el país a manos civiles, pero la falta de un Gobierno sólido, debilitado por una serie de coaliciones inestables en el Parlamento (se alternarían el Partido de Camino Verdadero, de Süleyman Demirel; y el Partido Republicano del Pueblo, de Ismet Inönü y Bülent Ecevit) terminaría desembocando, una década después, en 1971, en un nuevo golpe militar.

El tercer golpe de mano llegaría una década después, en 1980. En la escena turca volvían a repetirse los mismos elementos que alimentaron los anteriores movimientos: una política fragmentada y otra recesión económica. Dos factores que provocaron un auge de la violencia en numerosas ciudades turcas entre grupos nacionalistas paramilitares, denomınados Bozkurtlar (Lobos Grises), promovidos por el Partido del Movimiento Nacional (Milliyetçi Hareket Partisi-MHP) y los comunistas. Una violencia que se saldó con un gran número de víctimas, mientras el Parlamento parecía bloqueado incapaz de dar una respuesta. En esta ocasión fue Kenan Evren quien se puso al frente del golpe, que mantuvo a los militares durante dos años en el poder, y al pueblo sometido a la ley marcial.

En 1983, los civiles pudieron volver a acceder al poder, con la condición de mantener al margen a Demirel y a Ecevit. También se aprobó una nueva constitución.

La calma reinó durante los años siguientes. Evren se mantuvo en el poder hasta 1989, cuando se retiró para ser sustituido por Turgut Özal, que dejó el Parlamento en manos de Yildirim Akbulut, y luego, en 1991, a cargo de Mesut Yilmaz, que potenció el perfil económico de Turquía y se hizo algo más europeísta.

Özal presidió un gobierno sin coaliciones, dominado por el Partido de la Madre Patria (Anavatan Partisi), con un programa que permitió a la economía resurgir. En la década de los noventa, ciudades como Gaziantep (una pequeña capital de provincia) pasaron a ser verdaderos centros neurálgicos de la economía turca. Sin embargo, la creciente corrupción del Gobierno provocó que en las elecciones de 1995 se volviera a optar por una coalición (entre el Partido de la Madre Patria de Yilmaz y el Partido del Camino Verdadero, ahora con Tansu Çiller como líder), que también fue breve. Duró hasta 1997, en el que tuvo lugar un golpe de estado «blando». En 1999 se volvieron a celebrar elecciones. El Partido de la Izquierda Democrática (DSP), el nacionalista Partido del Movimiento Nacional (Milliyetçi Hareket Partisi-MHP) y el Partido de la Madre Patria, de Yilmaz formaron un gobierno. La crisis económica volvió a hacer naufragar este Ejecutivo tres años después.

El gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de Erdogan, llegaría al poder en 2002. Consciente del historial que arrastraba el país, mostró su determinación de someter a las Fuerzas Armadas. Por ello, a partir de 2007, Erdogan emprendió una larga batalla jurídica contra el golpismo llevando a jucio a los impulsores de los distintos golpes de estado, lo que ha provocado la encarcelación de más de trescientos oficiales turcos , entre ellos figuras destacadas como la del exjefe del Estado Mayor Ilker Basbug, primer militar de este rango detenido en la historia de Turquía.

El hasta hace unas semanas primer ministro, Ahmet Davutoglu , cesado por Erdogan, afirmaría durante su etapa como ministro de Asuntos Exteriores que «los gobiernos elegidos sólo pueden ser apartados del poder por la voluntad popular». Aún así, la sombra de un nuevo movimiento militar se ha cernido sobre el Gobierno de Erdogan desde hace tiempo, como demuestra el conocido como «plan mazo», una serie de atentados contra mezquitas que tuvieron lugar en 2003 con el fin de desestabilizar el Ejecutivo. En 2010, dieciocho militares serían arrestados por su presunta implicación.

Con el estallido de la Primavera Árabe, en 2011 , y la caída de algunos gobiernos en los países vecinos, como Egipto, dicha posibilidad parecía cada vez más real. Sin embargo, algunos analistas siempre lo habían descartado por la mala imagen exterior que podría suponer para país que entre sus ambiciones está incorporares a la Unión Europea. «Un golpe militar tendría como consecuencia la suspensión de los acuerdos económicos entre la UE y Turquía y congelaría el proceso de integración».