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El primer ministro portugués agita el fantasma de un bloqueo «a la española»

António Costa entra en precampaña de cara a las elecciones legislativas del 6 de octubre en Portugal, después de que Pedro Sánchez alabara el «gobierno a la portuguesa»

El primer ministro portugués, António Costa, en 2015 AFP
Francisco Chacón

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La paradoja política está servida en el seno de la península Ibérica: mientras los socialistas españoles se derriten en elogios y ansían un «gobierno a la portuguesa» , sus homólogos en Lisboa advierten contra el peligro de contagio de «una situación de ‘impasse’ a la española». Más aún: «Ese no puede ser el futuro que deseamos».

Fue el propio primer ministro, António Costa, quien se lanzó a entrar en precampaña con estas palabras, ya que se acercan dos citas electorales consecutivas : las regionales en la autonomía de Madeira (única existente en el país vecino, junto con la del archipiélago de las Azores y donde llevan años arrasando los conservadores del PSD) el 22 de septiembre y las legislativas a nivel nacional el 6 de octubre.

Las encuestas pronostican una victoria socialista, pero sin mayoría absoluta . Y su objetivo es, por tanto, mover ficha para alcanzar precisamente esa meta: «Si no conseguimos un resultado contundente, sería incomprensible que Portugal cayera en una situación a la española… Y sería incomprensible poner en cuestión nuestra estabilidad justo ahora que todos aspiran a reproducir un gobierno a la portuguesa».

Así que el discurso se da la vuelta de Madrid a Lisboa, más allá de las recurrentes escenificaciones sobre la sinergia mutua que suele poner en pie el Ejecutivo en funciones de Pedro Sánchez. De fondo, la erosión palpable de las relaciones internas en la fórmula gubernamental conocida como «geringonça» (artilugio) , en la que los comunistas y el Bloco de Esquerda sustentan al socialismo pero sin detentar ninguna cartera ministerial ni siquiera reclamarla. En consecuencia, no tiene nada que ver con una coalición.

Tampoco puede olvidarse que no existen los nacionalismos en Portugal y que el sentido de Estado prevalece en todos los partidos, de manera que cualquier negociación política se beneficia de la ausencia de chantaje independentista sobre la mesa .

En su retorno posvacacional, António Costa demuestra que no se fía demasiado de sus dos socios radicales y crece la sospecha de que anhela una mayoría absoluta para enterrar definitivamente esa «geringonça», traducida varias veces en que el PS se ha salvado del abismo por el apoyo de… Los conservadores, algo impensable en España . Para el primer ministro luso, solo hay dos opciones con la vista puesta en las inminentes citas electorales: o un PS fuerte o «un PS débil en medio de una situación de ‘impasse’ a la española».

También influye en su estrategia que sus adversarios se han embarcado en una campaña de «todos contra uno» de aquí al 6 de octubre, tal cual comienza a manifestarse en esta carrera que ya comienza la cuenta atrás.

El test de los comicios en Madeira tiene más importancia de la que parece, pues los socialistas van a poner en práctica algunas de las líneas maestras que después perfilarán más a la hora de concurrir a las legislativas. De momento, está claro: los socialistas españoles dicen envidiar a sus colegas portugueses, mientras que al revés no sucede lo mismo en absoluto. Curiosa divergencia.

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