ANÁLISIS

El asedio a Cameron por la bandera de la UE

El «premier» comparece en los Comunes acosado por ministros, exministros y diputados «tories» para celebrar un referéndum sobre Europa que quiere hacer solo en el «momento adecuado»

El asedio a Cameron por la bandera de la UE reuters

borja bergareche

Una certeza parece afianzarse sobre el nublado paisaje británico: cada nuevo amanecer soleado en la zona euro aleja a las islas británicas unas millas mar adentro del continente. O, dicho de otro modo, cada vez más analistas creen que los pasos acelerados que la ... Unión Europea está dando hacia una unión fiscal y bancaria –por tanto, hacia un inevitable sometimiento del mercado único a 27 a la unión monetaria a 17 – conducen necesariamente a una redefinición del estatus británico en la Unión. Que el matrimonio se sustituya por una unión de hecho o, simplemente, por un divorcio sin marcha atrás dependerá, sobre todo, del debate interno en las filas conservadoras. Y, estos días, los vientos soplan en dirección contraria a Bruselas.

Un centenar de diputados «tory» le pidió por carta un referendo sobre la UE

El viernes pasado, nada más terminar el Consejo Europeo, David Cameron despertó la bestia euroescéptica en su partido al rechazar la idea de un referéndum «Sí/No» sobre la UE. «Debemos definir una relación con Europa que beneficie al Reino Unido», afirmó el «premier» , un conservador moderadamente euroescéptico que se comprometió en su programa electoral a someter a consulta pública cualquier cambio en los tratados europeos.

Cameron parecía dar así un portazo a la carta, firmada la semana pasada por un centenar de diputados «tories» (casi un tercio del grupo parlamentario), en la que le urgen a preparar un proyecto de ley para someter la pertenencia a la UE a referendo después de las próximas elecciones generales, previstas para mayo de 2015. La posición del líder conservador es delicada, y le fuerza a actuar cual equilibrista entre el europeísmo de sus socios de gobierno liberales y la demanda creciente de una consulta entre sus propias filas (y cuya celebración es apoyada en principio por un 70% de británicos, según varios sondeos).

Mensaje interno: «Paciencia»

Incómodo en su propio laberinto, Cameron se vio forzado a explicar su posición en un artículo publicado este domingo en «The Sunday Telegraph». En él, el «premier» se resitúa como favorable a un referéndum –«Para mi, las dos palabras "Europa" y "referéndum" pueden ir juntas»–, pero «en el momento adecuado». Es decir, después de las elecciones de 2015, en las que los conservadores aspiran a poder gobernar en solitario, y una vez el gobierno británico haya podido renegociar el reparto competencial entre Londres y Bruselas, en una UE que avanza por minutos hacia una mayor integración financiera y monetaria, pero también política en el largo plazo.

«El mercado único está en el núcleo de los argumentos en favor de la permanencia en la UE, por eso no estoy de acuerdo con los que quieren irse», asegura Cameron. Pero dice también que «para aquellos de nosotros que no pertenecemos al euro, hay demasiada Europa». El primer ministro recomienda a los suyos –el artículo es interpretado como un mensaje de consumo interno– «paciencia táctica y estratégica, con un razonamiento inteligente: una consulta inmediata de tipo «dentro/fuera» es contraria a los intereses del Reino Unido, pase lo que pase. Salirse privaría a sus empresas de sus principales socios comerciales y de las ventajas de un mercado único en el que Gran Bretaña es un actor clave. Un aval popular a permanecer dentro de la Unión restaría, por su parte, capacidad negociadora al Gobierno a la hora de intentar repatriar poderes.

Cameron comparece el lunes a las 16:30 en los Comunes para hablar de la UE

Cameron se enfrentará este lunes a estas cuestiones durante su comparecencia en la Cámara de los Comunes a las 15:30 (hora de Londres) para explicar el último Consejo Europeo. Y lo hará con las cartas de varios pesos pesados del partido sobre la mesa.

Esta mañana, el ex ministro de Defensa Liam Fox –influyente representante del ala más atlantista y «thatcherista» del partido conservador– ha asegurado directamente que estar fuera de la UE «no me causa terror». Y ha defendido que el Reino Unido salga del bloque si no se procede a un reequilibrio de poderes. En un discurso ante la Alianza de Contribuyentes (un influyente grupo de presión conservador), Fox denuncia que «no deberíamos esperar a que los líderes de la UE reconozcan el fracaso de un euro mal concebido para definir lo que queremos para el pueblo británico».

Hague ordena revisar competencias

El ex ministro, que dimitó en octubre por un escándalo en el ministerio de Defensa, ha defendido que el gobierno «negocie una nueva relación con la UE basada en consideraciones económicas más que políticas, establecida en un lenguaje claro y no ambiguo (...) y, si este enfoque es rechazado o no garantiza las necesarias "líneas rojas", entonces no nos quedaría más alternativa que recomendar el rechazo y considerar abandonar la UE».

«Tanto Cameron como Fox parecen defender el mismo tipo de referéndum, una consulta post-renegociación» , asegura Nick Robinson, editor político de la BBC.

El domingo, otro peso pesado del gobierno actual, Wiliam Hague, titular de Exteriores, salió en defensa de Cameron, defendiendo que existirían «poderosos motivos para un referéndum» si sus socios en la UE avanzan hacia una unión más integrada. Hague, ex presidente del Partido Conservador y uno de los líderes «tory» más respetados, está considerado como el más euroescéptico del Gabinete, y siempre ha alentado la idea de una consulta sobre Europa.

Pero, en su entrevista el domingo en el programa de Andrew Marr en la BBC, el responsable de la diplomacia británica se sumó al esquema de su jefe. «Lo que dice el primer ministro es que el momento adecuado para decidir sobre un referéndum o sobre una elección general sobre nuestra relación con Europa es cuando sepamos cómo va a evolucionar Europa en los próximos meses y años en relación a la crisis en la Eurozona».

Hague parece sumarse así a la «paciencia estratégica» que pide Cameron a sus bases, pero no renuncia a mover sus peones. Sin alharacas políticas, y bajo un lenguaje técnico, el ministro de Exteriores ha ordenado una revisión administrativa del «peso de la legislación europea sobre la británica». Un ejercicio meramente burocrático, por ahora, con profundas implicaciones políticas, potencialmente, en el momento en que Reino Unido fuerce esa renegociación de sus relaciones con Bruselas. De esta revisión, creen muchos, podría salir el catálogo de competencias que Londres intentaría repatriar, un pliego de cargos en el que figurarán sin duda tradicionales «bestias pardas» conservadoras como la legislación en materia social, laboral o en derechos humanos.

Una vez los 27 atornillen las costuras de la unión monetaria, la nunca zanjada cuestión británica adquirirá peso en la agenda. El gobierno Cameron ya apuntó, con su sonoro –aunque inútil, para muchos– veto al pacto fiscal el pasado 9 de diciembre, a posibles «líneas rojas» en esa redefinición de competencias, sobre todo en el ámbito financiero. Una serie de cuestiones en materia de servicios financieros y banca calificadas como «excepción para la City» por el entorno del nuevo presidente francés, François Hollande.

La presión por la derecha del UKIP

Pero el tempo de este pleito conyugal entre las islas británicas y el continente del que siempre estuvieron un poco aislados lo marcará también una variable electoral interna: el atractivo que ejerza ante los electores conservadores el Partido de la Independencia (UKIP por sis siglas en inglés) de Nigel Farage, una formación a la derecha de los «tories» sin estas ambigüedades «camerorianas» sobre Europa. «Si lo que vamos a tener es una chapuza de referendo de "¿nos quedamos o vamos más lejos?", entonces no es suficiente».

Una contundencia que agradecen muchos electores conservadores, hartos de la contención y condescendencia que impone el gobierno en coalición hacia el acento social y el europeísmo de los liberales de Nick Clegg. Algunas encuestas dicen que hasta un cuarto de los votantes «tories» podrían aprovechar las próximas elecciones europeas para castigar a Cameron.

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