El presidente de Alemania lamenta, en el sesenta aniversario, la construcción del «Muro de las mentiras»

Durante el acto conmemorativo del aniversario, en el que la presencia de políticos ha sido sustituida por representantes de la sociedad civil, Steinmeier ha subrayado que el «Muro de la vergüenza, que tanto dolor causó a varias generaciones de berlineses, fue construido sobre mentiras y sostenido sobre mentiras». Se ha referido concretamente a las palabras que pronunció solo unas semanas antes el presidente del SED, de la Alemania comunista, Walter Ulbricht : «Nadie tiene intención de levantar un muro», y a la denominación que la RDA dio a aquella abominación, a la que denominaba «muro de contención antifascista». «Fue una de las mentiras más descaradas de la historia alemana», ha lamentado el presidente alemán, destacando el dolor y los perjuicios que causan las mentiras de los gobernantes a los pueblos.

«¿Quién creyó alguna vez aquella mentira propagandística? El muro no fue construido para evitar un movimiento de conquista de oeste a este, sino que fue construido por un estado que tuvo que encerrar a sus propios ciudadanos en su país para poder funcionar durante un tiempo. En realidad, el Muro de Berlín fue la admisión implícita de que ni siquiera sus propios ciudadanos reconocieron realmente este estado». También ha llamado a los ciudadanos a no olvidar.

«La libertad y la democracia nunca se dan por naturaleza, nunca se logran de una vez por todas. La libertad y la democracia deben ser luchadas, pero también protegidas, defendidas y mantenidas. La libertad y la democracia necesitan un compromiso y una pasión decisivos, que comienza con la participación en elecciones democráticas», ha dicho. «Todos deberían pensar en ello cuando pronto se elija un nuevo Bundestag», ha sido su única referencia a las elecciones generales que Alemania celebra el próximo 26 de septiembre.

Al acto han asistido también familiares de algunas de las al menos 140 personas que murieron tratando de cruzar el Muro y algunos supervivientes que sí lo consiguieron, como Astrid Möller , que pasó a través de un túnel de 140 metros junto a su familia, cuando era una niña, y que ahora reside de nuevo en Dresde, su ciudad natal en el este. «Agradezco a mis padres la decisión de cruzar, aunque supuso un riesgo, porque mi vida habría sido muy diferente, tan diferente que no soy capaz de imaginarla, y por eso creo que no debemos nunca dejar de recordar», dice, «a veces son necesarias las fronteras, pero ninguna de ellas debe costarle la vida a nadie».