«¡Hay un policía disparándonos! ¡Haz algo!»

"Ella no sabe nada de su hermana. Nos dijo que mientras esté en cuidados intensivos, no quería saber nada. Y yo no me siento capaz de decírselo", dice mirando el suelo.

"El viernes al mediodía, la vida de este camionero de 51 años, padre de tres hijas, se tambaleó: Elisabeth, de 16 años, y Cathrine, de 17 años, fueron víctimas de la furia asesina de Anders Behring Breivink en la pequeña isla paradisíaca de Utoya, donde ellas participaban con otros 600 jóvenes en un campamento de verano del partido laborista.

"Hablé con ellas diez minutos antes. Trabajo a menudo en Oslo y trataron de llamarme cuando la bomba explotó en el centro, pero no pudieron localizarme y empezaron a llorar preocupadas", cuenta el padre. "Las llamé para decirles que estaba en casa". Pero algunos minutos más tarde, él recibió una nueva llamada de teléfono de Elisabeth.

"Escuché gritos, gritos terribles. Absolutamente terribles. Escuché a mi hija gritar. Yo decía '¿Qué pasa? ¿Qué pasa?", cuenta Freddy.

Ella gritó: "¡Hay un policía disparándonos! ¡Llama a la policía, llámala, haz algo!". Le dije que se escondiera, que no se pusiera al descubierto en el agua".

Freddy llamó a la Policía. «Me dijeron que algo había sucedido en Oslo . Yo les dije que estaba pasando allí [en Utoya], ahora. Un policía me respondió: 'Voy a comprobarlo' y me colgó».

Mientras, Cathrine se las apaña para llamar a su madre desde la ambulancia. Le dice que está herida por los disparos, pero que sobrevivirá.