Pedro Rodríguez - De lejos
«Yo no soy Obama II»
Cuba puede sumarse a las crecientes diferencias entre Biden y su antecesor demócrata
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Iniciar sesiónLas segundas partes nunca han sido buenas. Y en política, mucho menos. Por eso, conforme se va acercando el simbólico listón de los primeros cien días de Joe Biden en la Casa Blanca, resulta fascinante el relato que poco a poco se está construyendo en ... Washington sobre el nuevo presidente de Estados Unidos como un giro copernicano con respecto a Barack Obama. Una narrativa política muchísimo más ambiciosa que reafirmarse como una simple pero necesaria antítesis de Donald Trump.
Para la vieja guardia de Obama, Biden era una especie de peaje a pagar por haber llegado a la Presidencia con tan solo cinco minutos de bagaje político. El vicepresidente llevaba literalmente toda su vida en el Senado y servía sobre todo para tranquilizar al establishment del Partido Demócrata arrobado con Hillary Clinton. Ya hace más de una década, el número dos era percibido como un elemento entre viejuno y casposillo que desentonaba con el ‘acontecimiento histórico’ de la Administración Obama tan rebosante de trendy, cool y fashion.
Más allá de consideraciones estéticas, para tener tantos años como Reagan cuando terminó su segundo mandato, Biden está demostrando vigor suficiente para demostrar que su Presidencia no es una especie de tercer mandato de Obama. De hecho, ha empezado por desplegar una ambición de tamaño XXXL a la hora de utilizar el gasto público como motor de crecimiento económico, con cantidades de estímulo e inversión no disfrutadas por muchas generaciones de estadounidenses.
Estas marcadas diferencias se extienden también a la política exterior. Si Obama desplegó más tropas en Afganistán, una guerra que consideraba obligada frente al capricho de Irak, Biden ha optado por acabar con el fallido intento de transformar una retrograda sociedad tribal en un Estado abierto a la modernidad. En el frente internacional también cobra fuerza la posibilidad de que los reajustes de Biden lleguen hasta las relaciones de Estados Unidos con Cuba. Frente al acercamiento de Obama y las restricciones de Trump, la Casa Blanca ha indicado que no está dispuesta a retroceder dos casillas.
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