«Tea Party», el reto al bipartidismo de EE.UU.
Este movimiento conservador aspira a dejar su marca en las próximas legislativas complicando la reelección a sus enemigos
Sharron Angle tiene sesenta años, diez nietos y una gran ambición: ocupar un escaño en el Senado federal con ayuda del «Tea Party». Hace unos días se presentó en Washington diciendo: «Me siento un poco sola. Usualmente llevo encima mi revólver Smith & Wesson. Pero también ... es verdad que Dios me acompaña siempre y también mi marido». Y sin abandonar su sonrisa, un tanto forzada, explicó que ha llegado el momento de no resignarse y empezar a luchar contra los «Estados Unidos Socialistas de América».
La aspirante de Nevada, con un amplio historial en las filas del Partido Republicano, forma parte de la lista especial acuñada por el «Tea Party» para dejar su marca en las legislativas previstas el próximo mes de noviembre. En el caso de la señora Angle, el objetivo más que simbólico de su candidatura es complicar en todo lo posible la reelección senatorial de Harry Reid,líder de la mayoría demócrata en la Cámara Alta de Estados Unidos. Un veterano político con papel protagonista en la reforma sanitaria que tanto desagrada al «Tea Party».
Tal y como argumenta Sharron Angle, «no se puede arreglar a un político estúpido pero se le puede votar fuera». Con reproches de que Reid, los demócratas e incluso algunos republicanos se han olvidado de guardar tan si quiera las mínimas formas con sus trapicheos legislativos. Además de «extorsionar» a los contribuyentes y «torturar» («waterboarding») a la maltrecha economía de Estados Unidos. De ser elegida, la aspirante promete que su primera iniciativa legislativa será precisamente recortar la reforma sanitaria auspiciada por la Administración Obama.
Estrategia selectiva
Según Sal Russo, antiguo ayudante de Ronald Reagan y ahora «gurú» del «Tea Party», la estrategia electoral de este creciente movimiento supra-conservador es simple. Se van a concentrar sobre todo en cuestiones de economía, que importan tanto a votantes demócratas como republicanos. Y se van a dedicar a «recompensar a nuestros amigos y castigar a nuestros enemigos». Lo que en la práctica se traducirá en canalizar sus limitados recursos hacia un puñado de emblemáticos pulsos electorales.
De acuerdo a las más recientes declaraciones remitidas a la Comisión Federal de Elecciones, la última peregrinación del «Tea Party» que terminó con una escenificada revuelta fiscal en Washington ha conseguido reunir más tres millones de dólares en donativos. Dinero que se piensa utilizar sobre todo contra un selecto puñado de vulnerables legisladores del Partido Demócrata. Según Russo, «nos encantaría vencer a Nancy Pelosi en San Francisco pero ella es demasiado fuerte. Tenemos que concentrarnos en lo que realmente podemos conseguir».
Como ejemplo de su potencial impacto en los comicios de noviembre, los responsables del «Tea Party» destacan la elección en Massachusetts, contra todo pronóstico, del republicano Scott Brown para ocupar el llamado «escaño Kennedy» en el Senado federal. Y también se jactan de haber forzado la jubilación de Bart Stupak, demócrata de Michigan y diputado a la cabeza de un grupo de congresistas católicos cuyo voto en la Cámara Baja a favor de la reforma sanitaria a cambio de prohibir cualquier subvención contra el aborto resultó decisivo para aprobar la iniciativa de Obama.
Según Mark Williams, presidente del «Tea Party Express», «nos estamos dedicando a poner los cimientos para una victoria en el 2010». Empezando por la formación de comités de acción política (PAC), que permiten reunir y canalizar donaciones electorales, junto a la producción de campañas para internet y televisión. Un esfuerzo de movilización que contrasta con los altos niveles de apatía que los últimos sondeos atribuyen al Partido Demócrata.
Tanto en Nevada como en otras jurisdicciones electorales, los líderes del «Tea Party» han rechazado la idea de presentar candidatos alternativos. Bajo el argumento de que una eventual división del voto conservador sólo servirá para mejorar las probabilidades de los demócratas. Como a su juicio ocurrió con Ross Perot en 1992, cuya candidatura alternativa no hizo más que facilitar las llaves de la Casa Blanca a Bill Clinton.
«Ironía muy cruel»
Como explicaba una de las fervientes seguidoras del «Tea Party» congregadas el pasado 15 de abril en Washington, «sería una ironía muy cruel que cuando el Partido Demócrata está haciendo tanto daño a nuestro país, nuestra patriótica rebeldía les sirva como ayuda para ganar en noviembre». Una cita con las urnas en la que se renovará un tercio del Senado federal y toda la Cámara Baja, bajo la tradición de que el partido político que ocupa la Casa Blanca tiende a perder escaños.
Junto a su declarada estrategia selectiva contra los demócratas, el «Tea Party» también ha empezado a movilizarse contra republicanos. En lugares como Florida están apoyando al conservador Marco Rubio en su pulso con el gobernador Charlie Crist por un escaño en el Senado federal. Y en Arizona, están disputando la reelección del senador John McCain. Hasta el punto de que el ex candidato presidencial ha tenido que pedir ayuda a Sarah Palin.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete