El nuevo gobierno francés congregará a todas las familias políticas

Para elegir a sus 577 candidatos a la Asamblea Nacional, Macron comenzó por nombrar un a comisión especial, presidida por Jean-Paul Delevoye , un antiguo ministro conservador de Jacques Chirac. En la comisión que ha elegido a los futuros diputados de la mayoría presidencial de Macron hay personalidades de izquierda (moderada), centro y derecha. Pero también destaca otra personalidad, históricamente liberal-centrista, Christine de Veyrac , que fue colaboradora muy íntima de Valery Giscard d’Estaing.

Antes siquiera de nombrar un jefe de gobierno con el que negociar su futuro Ejecutivo, el presidente deberá organizar su equipo personal en El Elíseo. El hombre orquesta de su campaña electoral, Richard Ferrand , quizá sea el primer candidato a ese puesto estratégico en el modelo presidencial francés. El secretario general del Elíseo oficia de jefe de gabinete y de hombre que dirige, controla y supervisa las relaciones del presidente con su gobierno y el resto de las administraciones públicas .

Sentados los cimientos gestores de la nueva presidencia, el jefe de estado y el secretario general del Elíseo deben comenzar la refundación de la gestión política del poder supremo. En este segundo nivel, Macron cuenta ya con un gran número de voluntarios que le han ofrecido oficiosamente sus servicios.

François Bayrou , viejo camaleón históricamente próximo a Valery Giscard d’Estaing, aspira a jugar un papel eminente, como el de primer ministro . Aporta una experiencia única como «cocodrilo» que ya ha cohabitado con numerosos gobiernos conservadores, amigo personal de todos los hombres y mujeres del centro y la derecha desde hace décadas.

Otro exministro conservador, Xavier Bertrand , es presentado oficiosamente como candidato a puestos no menos eminentes. Conservador reformista, debería renegar de su pertenencia a Los Republicanos (LR), el partido de Sarkozy, para integrarse en la nueva mayoría presidencial. Jean-Louis Borloo , exministro de Sarkozy para asuntos ecológicos, es otro aliado de mucho peso que Macron pudiera utilizar como comodín para distintos cargos, como el de primer ministro a ministro de Economía.

Posición semejante es la de Jean-Yves Le Drian , ministro de la Defensa de Hollande, y Gérard Collomb , un socialista próximo a Manuel Valls . Ambos serán invitados a romper sus frágiles lazos con el socialismo más pálido para integrarse en una nueva mayoría reformista republicana.

Al frente del gran ministerio de Economía y Finanzas, Macron deberá nombrar una figura simbólica y de la más alta confianza. Hay quienes piensan que Macron ha podido pensar en Christine Lagarde , presidenta del FMI, que ya fue ministra de Economía de Nicolas Sarkozy. No es evidente que Lagarde esté dispuesta a abandonar su dorado despacho, en Washington, para volver a ocupar el mismo despacho que ya ocupó hace años. Macron pudiera ofrecerle otros cargos, del mismo o semejante relumbrón.

Otra mujer figura en todas las quinielas para formar parte del futuro equipo de Macron: Anne-Marie Idrac , exministra de Chirac, exministra de Sarkozy, gran empresaria (red nacional de ferrocarriles), gestora de grupos multinacionales (consorcios de alta tecnología relacionados con Airbus). Hija de un viejo compañero de armas del general de Gaulle, es amiga íntima de François Bayrou. Hay quienes piensan que pudiera ser una excelente primera ministra o asumir la cartera de Economía.

También podría formar parte del Ejecutivo Sylvie Goulard , una europeísta de pura cepa, vieja amiga de dos ministros españoles (Alfonso Dastis y Méndez de Vigo), con una de las agendas diplomáticas más sólidas de toda Europa.

A caballo entre muchos terrenos sensibles, Macron llega al Elíseo acompañado de Jean-Jacques Aillagon , que fue ministro de Cultura de Jacques Chirac, y ocupa desde hace años el puesto estratégico de «consejero íntimo» para asuntos artísticos de François Pinault, uno de los hombres más ricos del mundo.

Durante la campaña electoral, Aillagon ha sido el consejero de Macron para «asuntos culturales». Educación y cultura son dos de los pilares teóricos del proyecto presidencial. Si tal promesa electoral llega a ser realidad, Aillagon pudiera volver a ocupar un puesto importante en la política cultural del «nuevo orden político nacional».

Cuando Aillagon juró su cargo como ministro de Cultura, llegó a afirmar: «Vengo a este ministerio para demostrar que es posible hacer realidad una política cultural de derechas».