Noche de terror y héroes en el centro de Viena
Escondidos en soportales, casas ajenas y trastiendas de bares y restaurantes, muchos vieneses esperaban que se acabara la pesadilla terrorista que golpeaba la capital austriaca este lunes
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Iniciar sesiónCasi 20 grados de temperatura en noviembre y última noche antes del cierre de la hostelería. El centro de Viena bullía, festivo, escapando por unas horas al cansancio psicológico del coronavirus, cuando se escucharon los primeros disparos. «Estábamos a unos cincuenta metros y escuchamos los ... tiros perfectamente, pero no pensábamos que fueran disparos. Incluso bromeamos brevemente sobre si eran cohetes de Nochevieja o un motor en las últimas. Hasta veíamos a gente correr y gritar, pero lo último que se nos podía ocurrir es que hubiese un atentado allí, en la Schewenplatz, no nos cabía en la cabeza». Así comenzó la pesadilla de Alexander, de 24 años, que cenaba con su novia en el restaurante f16 Weinbar. «Cuando tomamos conciencia de lo que estaba pasando, huimos, pero el sonido de los disparos seguía martilleando y, aterrados, llamamos a un timbre. Resultó ser una escuela de danza y nos abrieron. Allí nos refugiamos hasta que pasó todo», ha relatado, expresando su profundo agradecimiento a la profesora de baile que abrió la puerta.
«La información era muy confusa, no sabíamos cuántos hombres armados había ahí fuera ni qué pretendían», relata Jens
Escondidos en soportales, casas ajenas y trastiendas de bares y restaurantes, muchos vieneses se enteraban de lo que sucedía fuera a través de las redes sociales, en las que políticos, policías e influencers repetían que no se colgasen fotos o vídeos que pudieran informar a los asesinos acerca de lo que sabía la policía o las posiciones de los agentes, varios de los cuales habían caído ya heridos. «La información era muy confusa, no sabíamos cuántos hombres armados había ahí fuera ni qué pretendían. Yo intentaba telefonear a mi hermana, que había salido con sus amigas, para decir que se alejasen del centro», contaría después Jens a la televisión ORF. Pero hubo quien, en lugar de esconderse, corrió hacia el terrorista, como los tres jóvenes, dos vieneses de origen turco y un palestino a los que la prensa local celebra ya como los «héroes de Viena». «Queríamos tomar el último café antes del toque de queda y terminamos en medio de la batalla», ha descrito M ikail Özen en Instagram. Según sus propias declaraciones, los dos expertos en artes marciales, Özen y Recep Gültekin , escucharon disparos y vieron a transeúntes sangrando al otro lado de la plaza. Su reacción fue correr hacia las víctimas para socorrerlas bajo el fuego del terrorista. Un vecino grabó las dramáticas escenas desde su apartamento, en un piso superior. Primero ayudaron a una anciana a ponerse a salvo. Después de eso, vieron a un policía herido. «No podíamos simplemente quedarnos mirando así que corrimos y lo llevamos hasta una ambulancia», dijo Özen. Los muestran cómo, durante esta operación de rescate, ambos resultaron heridos. Gültekin tuvo que ser tratado en el hospital debido a una «pequeña herida de bala» en una pierna.
Meet the Turkish heroes, Recep Tayyip Gultekin and Mikail Ozer, who ran into the face of danger during the Vienna attack to save two women and a police officer left stranded pic.twitter.com/Vxy3bptFpt
— TRT World (@trtworld) November 3, 2020
Según el periódico «Kurier», el joven palestino Osama Joda ya había llevado al oficial herido a un lugar seguro, detrás de un banco de hormigón, y le había proporcionado primeros auxilios, cuando a petición de otro policía alertó al equipo de rescate cercano. La familia de Joda apareció en la prensa el año pasado porque la comunidad de Weikendorf, en la Baja Austria, se negó a permitir que la familia comprara una casa. Ahora Joda ha sido designado para recibir la Medalla de Honor de Oro .
Atrapados durante horas
Cientos de personas quedaron atrapadas durante horas en hoteles, salones de eventos y restaurantes, en el centro de la ciudad, el lunes por la noche. La policía interrumpió las actuaciones en los teatros, pidiendo su desalojo. El Kammerspiele en Josefstadt, en la zona de peligro, dio a la audiencia la oportunidad de retirarse a un hotel cercano y esperar allí a que la policía permitiese el regreso a sus casas. «Inmediatamente alejamos a los huéspedes de la planta baja, apagamos las luces y ofrecimos a los invitados que estaban de paso a cenar y dormir aquí», dice el jefe de servicio del hotel Sacher, Matthias Winkler , «el personal que estaba de turno se quedó aquí también. Los huéspedes adicionales fueron alojados sin cargo. Así es como intentamos hacer las cosas bien en esta tragedia». Después de la actuación, el director del Burgtheater, Martin Kusej , informó por su parte a la audiencia sobre la situación en el centro de Viena y les ofreció quedarse hasta que el peligro hubiese pasado. «En momentos así surge un sentimiento de solidaridad muy especial, te sientes muy cerca de personas que ni siquiera conoces, solo así se puede superar el miedo y la incertidumbre sobre lo que estaba pasando», declararía después Isabela, parte del público. En la Ópera Estatal de Viena , alrededor de mil espectadores se enteraron de la situación después de bajar el telón. No se les permitió salir durante horas, pero no hubo pánico. El estado de ánimo tranquilo de los visitantes fue sorprendente, según la portavoz de la ópera, quien estuvo allí toda la noche. Se abrieron los buffet y se repartieron bebidas gratis para calmar a la gente encerrada en los bares.
«Tengo miedo y espero poder irme pronto a casa», decía en una entrevista telefónica con Krone el dependiente de una panadería junto a la estación de metro Schottentor, en la que se hacía eco de los rumores y falsas noticias que proliferaban en las redes. Porque rápidamente surgió un tsunami de información incorrecta . Se compartieron miles y miles de imágenes, los videos se distribuyeron sin verificar. Se habló de más tiroteos, de una toma de rehenes, de más muertes, todos ellos informes falsos.
En la tarde del martes, menos de 24 horas después del atentado, ya se habían presentado alrededor de 700 denuncias ante el Consejo de Prensa, según el director de la agencia APA, Alexander Warzilek. Los supermercados Billa anunciaron que dejarán de publicar anuncios publicitarios en Krone.at, mientras que Spar Group y Hofer suspendieron los suyos en Oe24.tv.. El editor jefe de Falter, Florian Klenk, pidió disculpas en Twitter. La exclamación de un hombre en un vídeo, «Schleich di, du Aschloch» (Desaparece gilipollas), que un desconocido gritó al terrorista, se convirtió en el eslogan vienés contra la barbarie, un grito para conjurar el miedo y expresar la rabia de la ciudad que se considera a sí misma capital mundial de la tertulia y el diálogo, sometida la noche del lunes a unos hechos inasumibles.
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