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Misa en la capital escocesa a favor del voto europeísta

En Edimburgo no se vivió la crispada polarización que sacudió a Inglaterra

La Primer Ministro de Escocia y líder del SNP, Nicola Sturgeon, a la izquierda junto a su marido, Peter Murrell, tras votar en el referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea AFP
Hermann Tertsch

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«Esperemos que el voto sea razonable y optemos en mayoría por quedarnos. Si no, vamos a tener inmensos problemas. Si nos vamos como Reino Unido de la Unión Europea, nosotros tendremos otro referéndum aquí en Escocia para irnos del Reino ... Unido y quedarnos en la Unión Europa . Pero será todo duro, agresivo y muy complicado. Estallarían juntos muchísimos problemas, también sociales». Habla así Douglas Smith , un profesor que quiere quedarse en la UE y teme el voto «de la Inglaterra pequeña, la que sueña con el aislamiento espléndido». Lo decía al mediodía de ayer sentado en una escalera en Queen Street, una de las zonas elegantes del centro donde el Brexit tiene poco predicamento. Es cierto que las élites y los ricos son europeístas. Más en Escocia que en Inglaterra. Pero también lo son otros como Clay, un albañil de 29 años, que trabaja no lejos de allí en la reforma de una magnífica casa, pero vive muy lejos del centro. Él ya había votado a primera hora. Reconocía haber votado «Remain», pero también que lo había hecho por miedo. «Sobre todo por miedo». Como decía la noche anterior un viejo camarero, «dar el paso hacia lo desconocido en una decisión así es muy difícil».

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