Al margen de la ley: las «cárceles negras» de China
En pensiones, sótanos o fábricas abandonadas al margen de la ley, pero consentidas por la Policía, el régimen chino encierra cada año a miles de disidentes y descontentos en condiciones infrahumanas y con frecuencia sometidos a palizas y maltratos
Pensiones de mala muerte, locales cochambrosos y hasta fábricas abandonadas. En China, cualquiera de estos lugares es bueno para confinar y mantener fuera de la circulación a los indeseables que sólo quieren crearle problemas al régimen. Es el caso de los disidentes, que se empeñan ... en no ver los frutos del progreso económico cegados por sus demandas democráticas, y os “peticionarios” . Así se conoce en este país a todos aquéllos agraviados por las corruptas autoridades locales que, siguiendo una antigua costumbre imperial, acuden a Pekín en busca de justicia y amparo por parte del Gobierno central.
A todos ellos les esperan las “cárceles negras”, una especie de “Archipiélago Gulag” chino al margen de la ley, pero consentido y apoyado por la Policía, donde son encerrados temporalmente los descontentos con el régimen. En un informe difundido oportunamente poco antes de la llegada del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a China, la ONG americana Human Rigths Watch (HRW) ha aportado hoy la última prueba de estos vergonzosos calabozos.
Dicho estudio, de 53 páginas, recoge los testimonios de 38 víctimas del represivo sistema chino , que acudieron a Pekín en busca de justicia y fueron detenidos por la Policía o por matones cerca de la Oficina de Quejas al Gobierno. Una vez interceptados, son recluidos en hostales baratos, sótanos de tiendas, casas aisladas, almacenes de cantinas o incluso sedes de distintos gobiernos locales en la capital. Secuestrados y, en ocasiones, incomunicados, allí permanecen desde varios días hasta un par de meses hasta que son devueltos a sus respectivos lugares de origen.
Hacinados en condiciones miserables
Hacinados en condiciones miserables, durmiendo en destartaladas camas de hierro y comiendo sólo un poco de arroz con verdura y bollos, los detenidos deben compartir hediondos retretes y con frecuencia sufren palizas y malos tratos. Sin ir más lejos, Xu Jian, un guardia de 26 años de una de estas “cárceles negras” en el distrito pequinés de Fengtai, ha sido recientemente juzgado por violar en agosto a una estudiante de la provincia de Anhui. La muchacha, de 21 años, había venido a Pekín para que el Gobierno la admitiera de nuevo en su Universidad, de donde había sido expulsada por sus malas calificaciones.
En lugar de eso, fue apresada y encerrada en una mísera pensión junto a otras 50 personas, que provocaron un motín y huyeron tras la violación. Un caso que ha conseguido eludir la censura del régimen y ha servido para que los medios chinos arrojen un poco de luz sobre las “cárceles negras”, cuya existencia es negada por el Gobierno.
“No sé cuál es el propósito de este informe, pero le puedo asegurar que no hay tales cárceles negras en China. Somos una Administración para el pueblo que pone a la gente en primer lugar”, insistió el portavoz de Exteriores, Qin Gang.
10.000 personas pasan anualmente por estas cárceles
Sin embargo, HRW asegura que unas 10.000 personas pasan anualmente por dichos centros de detención, que funcionan desde hace seis años, cuando a la Policía se le ordenó no arrestar a los vagabundos. Las “cárceles negras” estarían gestionadas por las representaciones de distintos gobiernos locales en Pekín, que pagarían a sus responsables entre 150 y 300 yuanes (entre 15 y 30 euros) al día por mantener entre rejas a los “peticionarios” antes de devolverlos a sus casas.
El motivo es que en China impera un sistema de evaluación de los funcionarios que los penaliza si el Gobierno recibe muchas quejas ciudadanas de su jurisdicción y los premia si reducen las protestas. Debido a estas promociones y bonos, se ha generado una auténtica industria clandestina para “cazar” a los “peticionarios”. En este sentido, el informe de HRW desvela una supuesta orden de 2007 del Gobierno local de Shimen, en la región de Hunan, por la que se premiaba con dos puntos a los funcionarios que trajeran “peticionarios” de Changsha, la capital provincial, mientras que se les restaba medio si se les escapaban.
Con testimonios de algunos de sus “inquilinos”, la ONG Chinese Human Rights Defenders (CHRD) también ha elaborado un mapa de este “Archipiélago Gulag” en Pekín. En el distrito de Fengtai, destacan la “cárcel negra” de Ma Jia Lou, gestionada por el Gobierno central y con capacidad para varios miles de prisioneros, y la de Jiu Jing Zhuang, una antigua fábrica abandonada.
Junto a ellos, figuran un hostal en la calle Hufang, dirigido por el Gobierno provincial de Henan, el sótano de una pensión de Mongolia Interior para confinar a “peticionarios” procedentes de Jixi, en la región de Heilongjiang, y otros edificios gestionados por distintas autoridades locales.
Pero no sólo hay “cárceles negras” en Pekín, sino que están repartidas por todo el país. Como el centro de asistencia Minhang de Shangai, la tercera planta del restaurante Jingtian de Changsha, y varias villas aisladas cerca de Shenyang. Son sólo algunas de las islas del “gulag” chino.
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