La mala relación con la Iglesia complica aún más las aspiraciones de Marine Le Pen
La dirigente ultraderechista, con dos divorcios a su espalda, polemiza con el Papa y los obispos en los medios
Juan Pedro Quiñonero
Las reservas políticas del Papa Francisco, sus desastrosas relaciones con el Vaticano y su variopinta vida sentimental complican las aspiraciones de Marine Le Pen a la presidencia de la República. Durante la visita de un grupo de franceses al Vaticano, el Papa Francisco hizo ... este comentario oficioso, según la prensa parisina: «Me dicen que Marine Le Pen podría ser presidenta de Francia, si las cosas siguen así. No quiero ser desagradable ni decir a vuestro país lo que debe hacer. Pero esa perspectiva me parece inquietante… estoy inquieto con la ascensión de los populismos. El antídoto es un movimiento popular, para oponerse al populismo».
Marine Le Pen respondió personalmente al Sumo pontífice, escribiendo en Twitter: «Estoy convencida que numerosos creyentes estarían encantados si el Papa se ocupase de lo que ocurre en las iglesias y no de lo que ocurre en las urnas».
Lejos de enterrarse rápidamente, el inicio de la polémica, hace días, se ha prolongado con un inconcluso rosario de comentarios inflamables. Cada intervención en radio y tv de Marine Le Pen está acompañada con cuestiones rituales sobre sus relaciones con el Vaticano y sus relaciones sentimentales.
Marine Le Pen contrajo matrimonio y se divorció en dos ocasiones , antes de sostener una relación sentimental que duró diez años. Del primer matrimonio nacieron tres hijos. La relación amorosa iniciada el 2009 con Louis Aliot, terminó el 2019, cuando el actual alcalde de Perpignan decidió romper y abandonar a Marine para formar otra pareja. Desde entonces, durante los dos últimos años, se han prestado a la presidenta de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha) varias relaciones sentimentales inestables. Relaciones nunca confirmadas.
En su día, esa sucesión de matrimonios y relaciones amorosas complicaron las relaciones de Marine Le Pen con el Vaticano y la jerarquía religiosa católica francesa, poco sensible al vagabundeo sentimental.
Marine Le Pen se refugió hace años en una franja ultra tradicionalista del catolicismo francés, con poco éxito. Los católicos tradicionalistas miembros de AN se quejan del trajo vejatorio de la presidenta candidata, que los califica cariñosamente de «cathodingues», algo así como «catolocos«, en un tono que suena muy despectivo.
La nueva vida sentimental de su ex compañero, Louis Aliot, alcalde de Perpignan, tampoco facilita la permanente campaña electoral de Marine Le Pen. «¿Tiene usted nuevo novio? Los franceses no verían con buenos ojos una presidenta soltera y sola…». Le preguntó y comentó días pasados un presentador de tv parisino, a lo que respondió Marine Le Pen: «¡Con mi presidencia cambiarán muchas cosas!». Respuesta ambigua, que ha precipitado otro rosario de interrogantes, sin respuesta, por ahora.
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