La larga lucha por el Turkestán
La violencia ha resurgido en la región de Xinjiang, situada al noroeste de China y donde muchos de sus habitantes autóctonos, musulmanes de la etnia uigur, están dispuestos a empuñar las armas para lograr la independencia
Ocupando 1,6 millones de kilómetros cuadrados (tres veces la superficie de España) y poblada por la etnia uigur de religión musulmana y lengua túrquica, Xinjiang es una de las zonas más sensibles de China junto al Tíbet. Desde hace siglos, ambas regiones han formado ... parte de los territorios fronterizos del Reino del Centro, que ha podido ejercer el control sobre los mismos cada vez que sus dinastías imperiales eran lo suficientemente poderosas como para someterlos e imponer su autoridad.
De hecho, Xinjiang significa “nueva frontera” en mandarín, lo que evidencia claramente su importancia estratégica para Pekín. Enclavada en la Ruta de la Seda, hace más de 2.000 años que esta región tiene intercambios comerciales con el gigante asiático. A lo largo de la Historia, China se ha disputando la hegemonía sobre la misma con otras tribus del entorno, desde los Xiongnu de Mongolia en el siglo II a.C. hasta las hordas de Gengis Khan en el siglo XIII.
Pero el actual ansia separatista de los uigures de Xinjiang tiene unas raíces mucho más próximas en el tiempo. En el siglo XIX, las distintas etnias turcófonas de Asia Central, como los uigures, kazakos, uzbekos, kirguizes y tayikos, suspiraron por conformar el Turkestán, pero el imperialismo de Rusia y China impide llevar a cabo tal proyecto.
Debido a la decadencia de la dinastía Qing (1644-1911) y a las humillaciones que el coloso oriental venía sufriendo por parte de las potencias coloniales extranjeras, una rebelión de los uigures acabó declarando la República Islámica Turca del Turkestán Oriental en 1933, pero sólo duró un año.
Una década después, los uigures volvieron a aprovechar la Guerra Civil en China para proclamar la República del Turkestán Oriental, que finalmente fue suprimida por las tropas comunistas de Mao Zedong tras hacerse con el control del país en 1949. Desde entonces, los chinos de la etnia Han, la mayoría en el “dragón rojo”, han colonizado esta desértica región que ocupa una sexta parte de la nación y, además, tiene importantes reservas naturales, como petróleo, gas y minerales. Tras la instauración de la Región Autónoma de Xinjiang en 1955 y la construcción del ferrocarril, los uigures han pasado de suponer el 75 por ciento de la población al 45 por ciento de 2003.
A principios de los 90, la caída de la Unión Soviética y la independencia de sus antiguas repúblicas de Asia Central – también conocido como el Turkestán occidental – revivieron el espíritu separatista entre los musulmanes de Xinjiang. Durante esa década se produjeron numerosas protestas y atentados terroristas con muertos que, por otra parte, incentivaron la represión por parte del régimen chino, que impone restricciones a la lengua uigur y a la religión musulmana y prima a los Han en la Administración, la educación y los mejores trabajos. En este sentido, los uigures, la mayoría de los cuales son campesinos, ni siquiera pueden tener pasaporte y han de renunciar a su religión si quieren ser empleados como funcionarios o cuadros del Partido Comunista.
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