Lafontaine, el icono de la extrema izquierda alemana leal a Rusia

Este Rolling Stone del comunismo ha abandonado el partido que él mismo fundó molesto por la condena pública a la invasión rusa de la actual dirección

El fundador del partido Die Linke (La Izquierda), Oskar Lafontaine, en un mitin político en 2012 AFP

Oskar Lafontaine tiene 79 añ os y una acentuada presbicia, pero se niega a ponerse las gafas que le receta el oculista y dice entre risas que ve muy bien, «especialmente del ojo izquierdo». Acaba de adelantar por la izquierda al partido Die ... Linke (La Izquierda), que él mismo fundó después de dar un portazo en el Partido Socialdemócrata y desencadenar una escisión de la que todavía no se ha recuperado la izquierda alemana. Abandona el partido que el mismo creó porque le resulta demasiado conservador y constata así que los extremos son inagotables en su fuerza centrífuga. Rara vez tocan techo.

Lafontaine nació en 1943 y su infancia transcurrió en los años más duros de la posguerra. Pronto destacó como orador y como estratega político. Desde la alcaldía de Saarbrücken, zona minera e industrial, saltó al liderazgo de la política regional como presidente del Sarre e incluso llegó a ser candidato en las elecciones generales de 1990 por el Partido Socialdemócrata. En esa época los mítines electorales de Lafontaine eran un derroche de lucha obrera y colmillo, haciendo una oposición desgarrada que, sin embargo, chocaba contra la pared electoral de Helmut Kohl. Aún así siguió siendo reconocido como un imprescindible en su partido , con muchísima influencia, y Gerhard Schröder se lo metió en el bolsillo para aunar a los socialdemócratas detrás de su propia cancillería a cambio de ofrecerle el Ministerio de Finanzas. Pero Lafontaine terminó renegando de la Agenda 2010 , la nueva legislación implementada en el 2000 para comenzar a desmontar el estado de bienestar.

Abandonó el gobierno y el partido , llevándose una buena porción de militantes, y fundó Die Linke , asociado con los excomunistas de la RDA recién reciclados a la democracia. Instalado en la extrema izquierda, adoptó un discurso identitario en la campaña de 2005, llamando a controlar la inmigración, y personalmente se instaló en una lujosa casa de campo con amplias balconadas que dan a una parcela de 25.000 metros cuadrados, casi cuatro campos de fútbol , en Oberlimberg. Pronto su mansión se ganó el socarrón apodo de «palacio de la justicia social».

Se jubiló a los 60 años y recibe una pensión de 8.500 euros al mes , además de sus ingresos relacionados con la actividad política. Sigue siendo un icono, un Rolling Stone del comunismo, y su agenda social seguía siendo muy apretada, al menos hasta el inicio de la pandemia, con numerosas veladas en los mejores restaurantes de la cuenca del Ruhr. Pero en este punto de su vida ha decidido romper con su partido, al que considera aburguesado.

Lafontaine reprocha a la directiva de Die Linke el haber adoptado una línea «afín a Los Verdes» y tendente a la «inseguridad social », pero sobre todo le irrita que la dirección haya condenado públicamente la invasión rusa de Ucrania y exigido que el presidente Vladimir Putin retire las tropas de su país . No apoya la decisión del canciller Scholz de incrementar el gasto en defensa y modernizar el ejército alemán y desea distanciarse de una Alemania que unánimemente condena la guerra de Putin. No ha dejado claro si piensa fundar otro partido todavía más a la izquierda.

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