Kurdos contra kurdos al este del Edén
Kurdos contra kurdos al este del Edén
«Si el PKK quiere defender los derechos de los kurdos, ¿por qué los mata?», se pregunta Ziya Yener. «Se han hecho escuelas para los kurdos y ellos las quemaron, se hicieron carreteras y las destruyeron, obstaculizaron la construcción de hospitales... Han provocado que los ... kurdos quedasen en la ignorancia. Porque cuanto más ignorante sea la gente del sureste, más van a colaborar en su rebelión», asegura.
Yener es también kurdo y es un antiguo «korucu», un paramilitar de las guardias rurales que el gobierno turco utiliza para combatir al PKK en el sureste de Turquía. Dice la mitología local que no lejos de estas tierras se situó el Edén. Cuatro mil años más tarde, pululan por estas parameras más de 80.000 hombres en armas de la milicia «korucular», entre ellos 27.000 voluntarios, y su hipotético desarme plantea un enorme problema al gobierno de Erdogan.
Hace una semana, la prensa turca hacía pública la intención de disolver la milicia en el marco de la iniciativa de paz gubernamental. La reacción fue tan contundente que al día siguiente el viceprimer ministro, Cemil Çiçek, se veía obligado a desmentirlo.
«¿Qué pasará si se les quitan las armas a los «korucular» sin desarmar a los bandidos? Alguien vendrá y dirá «Tú mataste a mi hermano», y me atacará por la noche», dice Ziya Sözen, presidente de la Asociación de Mártires de Bingöl, muy cercana a los milicianos. «La media de hijos por familia en esta región es de siete, y en total más de medio millón de personas viven de este sistema. «¿Dices que quieres arreglar la pobreza y el desempleo de la zona, y dejas a esta gente sin medio de supervivencia?», se queja.
Sin embargo, el sistema establecido es cuestionado por las asociaciones de derechos humanos, especialmente desde que el pasado mayo, en Mardin, un ajuste de cuentas entre clanes «korucular» se saldase con 44 muertos, entre ellos niños y mujeres embarazadas: los atacantes llegaron a una boda arrojando granadas y disparando sus kalashnikov, suministrado todo ello por el ejército turco.
Según un estudio de la Universidad Atatürk hecho público en agosto, una matanza similar puede repetirse cualquier día. Pero en Bingöl desestiman esas preocupaciones. «Aquí, en los últimos veinte años, de 3.000 «korucular» que tenemos, sólo veinte han sido condenados por delitos. Y han sido sólo secuestros de chicas, peleas de familias», dice Sözen.
Gente de honor
«Los del PKK no son kurdos. Los kurdos somos gente de honor, creyentes, honestos... El PKK es una organización terrorista manejada por la UE y EE.UU. para dividir el este del país, como han hecho en Irak», asegura Yasettin Kesin, otro «korucu» en activo. Los nacionalistas turcos llevan años quejándose de la tolerancia hacia el PKK por países europeos como Alemania o Dinamarca -desde donde emite Roj TV, la cadena del grupo armado, vía satélite-. «Lo que quieren estos es sacar de la cárcel al asesino de mujeres y de bebés Abdulá Öcalan, hacerlo diputado y luego presidente. Pero estos traidores, con la ayuda de Dios, jamás conseguirán su propósito», sentencia Sözen.
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