Kenia aún espera a Obama, su «hijo pródigo»

El símbolo negro pierde tirón en el país africano donde nació su padre ante el olvido de estos cuatro años al África subsahariana. A pesar de todo, algunos chamanes le apoyan con conjuros.

EDUARDO S. MOLANO

Ni siquiera es su pariente biológico, pero Sarah Obama –la tercera esposa del abuelo del presidente estadounidense, Barack Obama,- goza desde las elecciones de 2008 de sus 15 minutos de fama (versión extendida). Impertérrita siempre, en su pequeño pueblo de Kogelo, al oeste de Kenia, ... esta anciana recibe desde entonces a una horda de curiosos que, en peculiar procesión, buscan la bendición de «mamá África» .

Un «clan Kennedy» versión keniana, donde decenas de familiares (reales o ficticios), hacen fortuna alrededor de la figura del fallecido patriarca, Barack Hussein Obama (este sí nacido en Kenia), y de la abuelastra Sarah.

Siempre, eso sí, rodeados de palmeros. Como John Dimo, un chamán centenario, que desde su pequeña cabaña asegura poder conjurar la victoria del «hijo pródigo» (buena parte de la fauna humana de Kogelo afirma contar con un lazo cuasi espiritual con el mandatario).

Sin embargo, en estos cuatro años, algo parece haber cambiado: los cimientos de este pequeño santuario mediático comienzan a derrumbarse y los fieles, a abandonar el credo. Más que nada, ante la ausencia del «Mesías».

Éste es el caso de Malik Obama, hermanastro del mandatario estadounidense, y quien durante las pasadas elecciones anunciaba en ABC su deseo de una «pronta visita a su tierra» del presidencial familiar. Ahora se resigna, sin embargo, a una eterna espera.

Porque si en 2008 Kogelo se convertía en el centro electoral más famoso de África, la marginación de la agenda presidencial a su tierra de origen (su persona, no los «drones» que sesgan Somalia) es una decepción manifiesta en países como Kenia.

No en vano, en estos cuatro años, las visitas subsaharianas de Obama se han limitado a un viaje relámpago a Ghana de apenas 24 horas realizado en julio de 2009.

En aquel momento, el mandatario africano justificó su elección en el hecho de que Ghana «organizó con éxito unas elecciones que condujeron a un cambio pacífico de poder». Pero que este «símbolo de la democracia africana» descubriera dos años antes un yacimiento petrolífero cercano a los 600 millones de barriles, parecía ser un motivo menos falaz para la mayoría de los analistas.

«El primer consejo para mi nieto es que trabaje por la paz mundial», señalaba la abuelastra Sarah nada más conocerse el resultado electoral de 2008.

Petición que, de nuevo y en caso de victoria, difícilmente esta anciana de 90 años podrá transmitir a su presidencial nieto en persona, ya que ni ella habla inglés, ni Barack puede expresarse en luo , la lengua local.

Y es que, en este peculiar negocio, algunos comenzaron a ilusionarse demasiado pronto.

Por ejemplo, en Kisumu, tercera ciudad del país y cercana a Kogelo, políticos locales exigieron en 2008 al Gobierno keniano la ampliación del aeropuerto para que en un futuro el «Air Force One» presidencial pudiera aterrizar.

Aunque, como la abuela Obama, todavía esperan.

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