Suscribete a
ABC Premium

José M. de Areilza - Monnet & Co.

Cartas de amor desde Bruselas

Es una misiva que mira más lejos de lo normal en estos tiempos en los que la política se desliza hacia el puro tacticismo. Pero al confesar sus afectos, cae el error más patente de la actual Unión Europea, la autocomplacencia

El comisario holandés Frans Timmermans EFE
José M. de Areilza

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El comisario holandés Frans Timmermans despide el año con una carta de amor al Reino Unido. Es una misiva que mira más lejos de lo normal en estos tiempos en los que la política se desliza hacia el puro tacticismo. Pero al confesar sus ... afectos, cae el error más patente de la actual Unión Europea, la autocomplacencia . Recuerda a los británicos que la puerta está abierta si deciden volver, más no reconoce que el proyecto de integración necesita grandes reformas e incluso una reinvención del europeísmo. El vicepresidente de la Comisión solo apunta una idea para el futuro, lo importante que es admitir las diferencias entre los Estados miembros como fuente de riqueza e incluso de atracción entre ellos. Es lógico echar la culpa al Reino Unido por una salida en la que todos perdemos, ellos en primer lugar y en proporciones económicas muy considerables. Sin embargo, el Brexit no se hubiera producido sin el riesgo real de que la moneda común saltase por los aires y sin el descontrol de la crisis migratoria. Si la idea de Europa hubiera tenido fuerza y capacidad de atracción para contener la oleada populista y nacionalista, hoy no habría que escribir este tipo de cartas. El desdichado referéndum de David Cameron se celebró en una etapa de fatiga política y debilitamiento institucional. El eslogan brexitero de «recuperar el control» funcionaba en ese contexto de gran inestabilidad europea. Timmermans evoca a C.S. Lewis en su carta: «podemos empezar donde estamos y cambiar el final». Apliquemos la cita del escritor de Belfast a la Europa de los 27. La Unión empieza el año 2020 con un liderazgo moral, y también regulatorio, en dos asuntos globales decisivos, la emergencia climática y las reglas del juego de la revolución digital. Pero todo indica que Estados Unidos, China y el propio Reino Unido profundizarán en sus discursos nacionalistas. Será difícil que la visión europea sobre estas cuestiones encuentre suficientes seguidores. Después de escribir las cartas de amor, toca actuar en el mundo como un actor global que pelea duro por sus intereses.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia