Los intereses económicos frenan las medidas de castigo a China por la represión en Xinjiang
Esta región musulmana es, por antonomasia, la fábrica de algodón del planeta. Pekín controla el 22% del suministro mundial, un 84% del cual sale de este territorio
Mujeres de minorías étnicas se reúnen en el Gran Bazar Internacional de Urumqi, en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang
Camisetas, pantalones, ropa interior: cualquier prenda puede contener trazas de «genocidio». Así lo creen las autoridades de Estados Unidos, que esta semana han aprobado una nueva legislación para restringir las exportaciones de Xinjiang , a causa de las denuncias que vinculan a la industria ... de la provincia china con vulneraciones sistemáticas de derechos humanos. La globalización, el proceso que ha llevado el algodón del gigante asiático a armarios de todo el mundo, retrocede ante la creciente confrontación que politiza los lazos comerciales entre las dos mayores economías del planeta.
Este proyecto de ley fue aprobado este miércoles de forma casi unánime –con 428 votos a favor y tan solo uno en contra– en la Cámara de Representantes. «No es una cuestión partidista, es una cuestión de derechos humanos , una cuestión moral», sentenció el demócrata Jim McGovern, uno de los impulsores de la medida, durante su intervención. En caso de entrar en vigor, el Acta para la Prevención de Trabajos Forzados de los Uigures obligará a todas las empresas estadounidenses a reevaluar su cadena de suministros.
«Es una propuesta que establece que los productos procedentes de esa parte de China [Xinjiang] se considerarán hechos por mano de obra esclava a no ser que el fabricante demuestre lo contrario», explicaba el republicano Marco Rubio durante un encuentro con periodistas en el Capitolio. «Puedo garantizar que, en este mismo momento en que hablo con ustedes, todo el mundo en este edificio posee algo que ha sido hecho por esclavos en Xinjiang, y la mayor parte de ellos no lo sabe», añadió. «Se trata de persuadir a China para que detenga el genocidio», declaró por su parte la presidenta de la cámara, Nancy Pelosi.
China lleva a cabo una campaña de represión contra el pueblo uigur –mayoritariamente musulmán– y otras minorías étnicas en la provincia desde hace al menos un lustro. Esta acción ha provocado el internamiento en campos de reeducación de más de un millón de personas, según estimaciones de organizaciones no gubernamentales e instituciones internacionales. Uigures exiliados en el extranjero narran vivencias que incluyen detenciones arbitrarias, trabajos forzosos, esterilizaciones obligatorias y familiares desaparecidos. El Gobierno chino, que en un primer momento negó la existencia de dichos campos, asegura que se trata de centros de formación voluntarios, parte de una campaña para la erradicación del terrorismo islámico.
Más exportaciones
Pese al recrudecimiento de críticas y sanciones, las exportaciones de Xinjiang han experimentado un marcado crecimiento este año. Tanto EE.UU. como la Unión Europea doblaron sus transacciones en el primer semestre, de acuerdo a datos de las aduanas chinas. Estas cifras se enmarcan en un aumento generalizado de las remesas procedentes del gigante asiático, consecuencia de su rápida recuperación tras la pandemia y la demanda de material sanitario. La provincia representa, no obstante, una cuota marginal: apenas un 2% de las exportaciones chinas a la UE, en línea con su peso en el PIB nacional, un 1,6%. Estos niveles tan bajos son susceptibles de una mayor volatilidad, tratándose además de una serie de bienes específicos.
Xinjiang es, por antonomasia, la fábrica de algodón del planeta. China controla el 22% del suministro mundial, un 84% del cual sale de este territorio. Es decir: casi un quinto de todo el algodón procede de Xinjiang. Esta industria ha sido una de las primeras acusadas de emplear mano de obra forzosa. Cuando el año pasado marcas occidentales como Nike, Adidas o H&M emitieron comunicados públicos negando abastecerse allí, los consumidores chinos reaccionaron con un boicot en su contra incitado por las autoridades. Esta última fue la más afectada: sus prendas desaparecieron de las plataformas de comercio electrónico y sus tiendas de las aplicaciones de mapas. Las firmas chinas, por contra, respondieron presumiendo de emplear el algodón de la provincia.
Ante la controversia del sector, las empresas chinas en Xinjiang han optado por potenciar la elaboración de fibras textiles sintéticas como alternativa. Es el caso, por ejemplo, del tereftalato de polibutileno, un tipo de poliéster elástico del que España, Italia y Alemania han importado más de 10 millones de dólares (8,84 millones de euros) cada uno en la primera mitad de 2021.
Los componentes para el equipamiento de energías renovables suponen otro artículo fundamental. Casi la mitad de la producción global de polisilicio tiene origen en Xinjiang y cuatro de las cinco mayores empresas del mundo están afincadas allí. Este material se emplea como base para placas solares. Su proceso de elaboración requiere de altas temperaturas , por lo que el 40% de sus costes deriva del consumo energético, muy asequible en Xinjiang gracias a la abundancia de carbón. El auge de las renovables ha fortalecido la demanda, y según estimaciones de la consultora estatal Antaike las exportaciones de silicio aumentarán un 23% en 2021. Xinjiang también desempeña un rol clave en la cadena de suministro de la energía eólica.
Antes de entrar en vigor, la propuesta de ley de la Cámara de Representantes deberá ser aprobada por el Senado. No está claro que eso vaya a suceder, ante la intensa campaña de cabildeo iniciada por parte del sector privado estadounidense, que teme un incremento de los costes de producción. China se beneficia, una vez más, del atractivo de su gigante mercado cuando se cumplen dos décadas de su incorporación a la Organización Mundial del Comercio. Un aniversario que prueba, como el algodón de Xinjiang presente en todos los armarios, cómo la política también facilita los lazos económicos. Estos últimos, sin embargo, no siempre devuelven el favor.