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La injerencia rusa en los balcanes

La Sociedad Imperial Ortodoxa de Palestina es un instrumento de Putin para la restauración del cesaropapismo zarista

Ramón Pérez-Maura

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Rusia ha tenido esta semana un contratiempo diplomático que ha pasado desapercibido en medio de los grandes titulares de la gira de Trump, la cumbre de la OTAN y la visita mañana del presidente norteamericano a su homólogo ruso, Vladimir Putin. Durante todo el siglo ... XX y lo que va del XXI, Rusia ha mantenido un enorme peso político en los países de raíz cultural ortodoxa. Es una alianza que hasta la fecha ha estado por encima del signo político de cada gobierno. Pero el pasado 11 de julio se rompió uno de esos nexos: Grecia expulsó a cuatro diplomáticos rusos por «actividad informativa» contra Grecia. Dos estaban en el país y dos fuera, a los que se ha prohibido que regresen a Grecia. La medida, según se explica en el diario conservador ateniense «Kathimerini», responde a un intento del gobierno heleno de frenar la expansión de la influencia rusa en Grecia. ¿Cuál era el objetivo de esa creciente influencia de Rusia? Romper el acuerdo firmado entre los primeros ministros de Grecia, Alexis Tsipras, y Macedonia, Zoran Zaev, sobre el nuevo nombre que tendrá «La Antigua República Yugoeslava de Macedonia», que pasará a ser «Macedonia del Norte». ¿Por qué esa oposición? Porque el acuerdo normaliza la relación entre ambos países y permite la integración de Macedonia en la OTAN, invitación que se le ha hecho formalmente en la cumbre de esta semana en Bruselas.

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