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La injerencia rusa en los balcanes

La Sociedad Imperial Ortodoxa de Palestina es un instrumento de Putin para la restauración del cesaropapismo zarista

Ramón Pérez-Maura

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Rusia ha tenido esta semana un contratiempo diplomático que ha pasado desapercibido en medio de los grandes titulares de la gira de Trump, la cumbre de la OTAN y la visita mañana del presidente norteamericano a su homólogo ruso, Vladimir Putin. Durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, Rusia ha mantenido un enorme peso político en los países de raíz cultural ortodoxa. Es una alianza que hasta la fecha ha estado por encima del signo político de cada gobierno. Pero el pasado 11 de julio se rompió uno de esos nexos: Grecia expulsó a cuatro diplomáticos rusos por «actividad informativa» contra Grecia. Dos estaban en el país y dos fuera, a los que se ha prohibido que regresen a Grecia. La medida, según se explica en el diario conservador ateniense «Kathimerini», responde a un intento del gobierno heleno de frenar la expansión de la influencia rusa en Grecia. ¿Cuál era el objetivo de esa creciente influencia de Rusia? Romper el acuerdo firmado entre los primeros ministros de Grecia, Alexis Tsipras, y Macedonia, Zoran Zaev, sobre el nuevo nombre que tendrá «La Antigua República Yugoeslava de Macedonia», que pasará a ser «Macedonia del Norte». ¿Por qué esa oposición? Porque el acuerdo normaliza la relación entre ambos países y permite la integración de Macedonia en la OTAN, invitación que se le ha hecho formalmente en la cumbre de esta semana en Bruselas.

Como informa «Kathimerini», Grecia denuncia el papel que ha jugado en todo esto la Sociedad Imperial Ortodoxa de Palestina (SIOP). Cosas veredes, amigo Sancho. Ésta es una organización fundada a mediados del siglo XIX y reconocida por el Zar en 1882. Una agrupación que sobrevivió bajo el comunismo con el nombre de Sociedad Rusa de Palestina y rindió grandes servicios al Partido y a la que el presidente Boris Yeltsin devolvió su nombre original en 1992. Durante el comunismo fue uno de los instrumentos del gobierno ruso en Oriente Medio, y ahora Putin la emplea como forma de expandir la influencia rusa mucho más allá de de esa región del mundo a la que Grecia no pertenece, como quiera que se mire el mapa. Y según el diario digital griego «Sofokleousin», una publicación principalmente económica y con buenas fuentes gubernamentales, «los rusos emplearon la SIOP para sobornar a políticos griegos y macedonios para que se opusieran al cambio de nombre».

La Sociedad Imperial Ortodoxa de Palestina tiene un presidente que no es un cualquiera: Sergei Stepashin, ex primer ministro y exministro de Asuntos Exteriores con Yeltsin y alguna cosa más, discreta, de la que es mejor no hablar. Hoy actúa como una mano de Putin para promover la influencia política de Rusia por medio de la Iglesia Ortodox, lo mismo que intentaban los comunistas. Pero hasta ahora sólo había constancia de esos avances en Palestina, donde era fácil revestirlos exclusivamente de sentimiento religioso. Pero el nuevo desembarco de la SIOP en los Balcanes confirma que esta organización es un instrumento para la restauración del cesaropapismo zarista. Ya en 1857 la SIOP fue creada después de la Guerra de Crimea. Hoy amplía sus actividades fuera de Tierra Santa tras la ocupación rusa de la Península de Crimea y en pleno expansionismo ruso. ¿Cuál será su próximo objetivo?

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