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Francisco de Andrés

La Iglesia mártir del silencio

Los salvajes atentados en Sri Lanka en la fiesta cristiana por excelencia -la Resurrección del Señor- confirman el clima creciente de persecución

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Los salvajes atentados en Sri Lanka en la fiesta cristiana por excelencia -la Resurrección del Señor- confirman el clima creciente de persecución, ya no solo de intolerancia y discriminación, contra los católicos en los países del Tercer Mundo donde son minoría. Los informes son significativos -solo en 2018, 4.000 cristianos murieron en diversos atentados terroristas solo por su fe, según la ONG «Puertas Abiertas»- y revelan el camino de aceptación del martirio que se precisa en países como Pakistán, Sri Lanka, Nigeria o Egipto para quienes pretenden ser fieles a las exigencias del bautismo sin huir de sus propias tierras.

A la espera de tener más datos sobre la autoría de la cadena de ataques contra iglesias en Sri Lanka, las primeras sospechas apuntan en dos direcciones. Los radicales budistas, que han acrecentado sus provocaciones contra las minorías cristiana y musulmana (el 70 por ciento de la población de la isla es budista), como consecuencia del aumento del sentimiento nacionalista e intolerante tras el fin de la guerra civil (2009). Y los tamiles musulmanes del norte y este de la isla, que perdieron el conflicto armado para proclamar la independencia pero no han decaído en su fanatismo contra el resto de las religiones.

Como ocurre en países del Extremo Oriente donde los musulmanes sí son mayoría, como Indonesia y Malasia, el fundamentalismo islámico ha crecido en la isla de Sri Lanka en los últimos años, a lomos de una lectura radical y literal del Corán que excluye al resto de las religiones.

Aunque muchos estudiosos siguen insistiendo en que el Corán predicó la tolerancia de los nuevos musulmanes hacia los habitantes cristianos y judíos de la península arábiga, la lectura integrista del libro inspirado a Mahoma es igualmente "legítima" y moneda de curso corriente en todos los ambientes eruditos del islam. Existen, sin duda, versículos del Corán que alaban a la llamada Gente del Libro, pero son más abundantes los que instan a hacer la guerra a cristianos y judíos. La aparente contradicción se explica -según algunos eruditos- por razones cronológicas: las aleyas conciliadoras habrían sido dictadas durante la era de La Meca, en la que Mahoma cultivó la amistad de cristianos y judíos en su enfrentamiento con los politeístas; y las hostiles serían las de su época en Medina, cuando el profeta se convirtió en líder militar y predicó la difusión universal del islam.

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