El Gobierno colombiano y las FARC vuelven a la mesa de paz en medio de fuertes combates

Desde el 18 octubre pasado, cuando empezó el diálogo de paz en Oslo (Noruega), el resumen de guerra es elocuente. Según el balance hecho público este fin de semana por el ministro de Defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón , «desde que se anunció el proceso de paz han sido abatidos cerca de 50 terroristas de las FARC, otros 60 han sido capturados, se han rendido cerca de 30 y otros 60 se han desmovilizado».

A esas cifras hay que agregarle las ofrecidas el viernes pasado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos , quien señaló que «en las últimas 48 horas», las fuerzas de seguridad habían puesto fuera de combate a otros 16 guerrilleros de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla del país con cerca de 1.500 hombres.

Aunque el ELN no está en las negociaciones, ha expresado su voluntad después de que el propio Santos les abra la puerta.

Pero si las Fuerzas Armadas colombianas han atacado, las FARC no se han quedado atrás. Hace un par de semanas, en una emboscada contra una patrulla policial en la provincia del Cauca , mataron a seis agentes e hirieron a otro. Un día después, dos soldados murieron al caer en un campo minado de las FARC en un área rural del departamento de Nariño . Otros cuatro quedaron gravemente heridos.

Adicionalmente, las autoridades señalaron a redes urbanas de las FARC como las responsables de una explosión que el día de la fiesta de Halloween dejó 33 heridos, entre ellos 14 niños.

Las provincias de Cauca y Nariño son estratégicas para las FARC pues ellas concentran buena parte de los cultivos de coca y amapola . Por eso las están defendiendo con uñas y dientes.

Las reglas del juego, sin embargo, estaban claras: ambas partes dijeron desde un principio que discutirían cinco puntos esenciales sin un alto el fueg o de por medio.