Sarkozy y Hollande dramatizan la campaña temiendo el voto final de Moody's
Instalados en dos tribunas emblemáticas de la historia de Francia, los dos candidatos intentan ganar sus últimos votos
Juan Pedro Quiñonero
La quizá decisiva «batalla» de París estuvo ensombrecida este domingo por los riesgos de degradación de la cota internacional de Francia. Instalados en dos tribunas emblemáticas de la historia nacional, Nicolas Sarkozy y François Hollande evocaron los riesgos en términos apenas velados, ... apremiando a sus simpatizantes con una «votación histórica» para evitar la catástrofe del triunfo del rival.
Horas antes de comenzar su mitin, el candidato socialista confirmó públicamente los rumores que circulan desde hace días: Moody's , la agencia de notación financiera internacional, podría dar su «veredicto» sobre la triple A francesa a los pocos días de la elección presidencial del 22 de abril y el 6 de mayo próximo .
ya degradó la triple A francesa a primeros del mes de enero pasado. La evolución de las finanzas del Estado y la campaña en curso podrían precipitar una nueva y temible decisión de Moody's, que el vespertino Le Monde evocaba el sábado pasado en forma de guillotina, «haciendo correr la sangre de la credibilidad internacional de Francia» .
Ante esa inquietante meteorología financiera internacional, la «batalla» de París cobró la tarde del domingo un dramatismo particular. Y ambos generales en campaña, el candidato presidente, Sarkozy, y el candidato socialista, Hollande, intentaron diluir la callada inquietud con riadas de optimismo verbal, muy propio de los húsares que, sable en ristre, se lanzan en una batalla crucial al frente de unas tropas enardecidas por una campaña todavía incierta.
Abrió el fuego Nicolas Sarkozy, instalado en la plaza de la Concordia, en el mismo lugar donde estuvo instalada la guillotina durante la Revolución de 1789–93, dirigiéndose a unos 150.000 simpatizantes, según los organizadores, con un mensaje simple y brutal: « Estamos ante una alternativa histórica . Se trata de elegir entre las arcaicas soluciones del pasado, que no han funcionado nunca, o de afrontar los desafíos necesarios para seguir modernizando nuestra patria».
Minutos más tarde, ante la puerta principal del antiguo castillo de Vincennes, que fue residencia de los reyes de Francia, François Hollande respondía ante unos 100.000 simpatizantes, según los organizadores, saliendo al paso de posibles sospechas: «Dicen que Francia se hundirá si soy elegido presidente. Les demostraremos que somos capaces de sanear y modernizar nuestro país, haciéndolo más justo».
Sarkozy se instaló en la plaza de la Concordia, donde estuvo la guillotina durante la Revolución
A lo largo de unos cuarenta minutos de una tarde fría, con amenazas de lluvia, el presidente candidato se dirigió a sus simpatizantes y a las clases medias con propuestas y advertencias: «Debemos sanear nuestra economía, para mejorar nuestro país, lo primero. Y para cumplir con nuestros compromisos europeos, también. Hemos atravesado una de las crisis más graves de nuestra historia reciente. Y gracias a las reformas emprendidas la crisis ha sido menos grave en Francia que en otros países. Pero una Francia fuerte, en Europa y en el resto del mundo, necesita nuevas reformas. ¡Necesito vuestro apoyo para seguir modernizando Francia..!»
Cauto, al otro extremo de París, el candidato socialista, hacía una advertencia a sus seguidores más entusiastas: «Algunos de nuestros amigos han empezado a repartirse cargos y ministerios, antes siquiera de haber ganado. Esa euforia es peligrosa: es una anestesia que puede ser fatal. Nada está ganado. Primero debemos ganar la primera vuelta, el domingo que viene. Luego nos espera la campaña de la segunda vuelta».
Riesgo de una abstención histórica
Ni Sarkozy ni Hollande hicieron revelaciones de ningún tipo durante los dos grandes mitines de la «batalla» de París. Ambos oficiaron dos grandes «ceremonias» de «comunión» (laica) con sus simpatizantes, convencidos que lo esencial será, durante los próximos siete días, conseguir la mayor movilización posible. Ambos candidatos tienen el mismo enemigo: en la recta final, el riesgo de una abstención histórica puede alterar de manera imprevisible la campaña presidencial.
Tras los discursos ecuménicos y brutales, Sarkozy y Hollande avanzaron los peones de la batalla de posiciones de los próximos seis días . A las puertas de una antigua residencia real, el candidato socialista recordó sutilmente a sus simpatizantes que deben movilizarse desde la primera vuelta, el domingo que viene, para poder evitar la hipoteca de un Frente de izquierdas (comunista y extrema izquierda) que pudiera dar mucho miedo a los electores moderados.
Desde el «púlpito» donde se alzaba la guillotina, hace dos siglos, Sarzoy confirmó sus objetivos tácticos capitales: su «Francia fuerte» intenta convencer a los electores centristas de lo bien fundado de sus promesas reformistas, sin olvidar que la «fortaleza» nacional pasa una defensa muy firme de los «valores» siempre sensibles para los electores más conservadores.
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