La luz al final del túnel

Mañana hace un cuarto de siglo: Raúl Alfonsín asumía la Presidencia de Argentina y el país recuperaba la libertad - «Con la democracia se come, se educa y se cura» -, dejando atrás siete años de juntas militares, el período más negro de su historia

La luz al final del túnel

El 10 de diciembre de 1982 Raúl Alfonsín, un joven dirigente de la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR), tomaba posesión de su cargo en la Presidencia de Argentina después de haber ganado las elecciones con el 51,7 por ciento de los votos. Ese día, ... ante la incredulidad de un pueblo atormentado, con las heridas de la dictadura aún drenando sangre y bilis, el país cerraba el periodo más negro de su historia. Argentina, después de siete años de sobrevivir a las Juntas Militares y ser testigo de la desaparición de miles de personas y cerca de quinientos niños, recuperaba su democracia.

En las mazmorras clandestinas de los militares continuaban secuestrados ciudadanos cuando Alfonsín prometía, «Con la democracia se come, se educa y se cura». Desde entonces han transcurrido veinticinco años, «el periodo sin golpes de Estado más largo de nuestra historia», recuerda Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría. Pero sólo entre 1987 y 1990 se produjeron cuatro levantamientos militares.

Sin ruido de sables desde entonces, todo parece indicar que Argentina ha logrado consolidar un sistema de Gobierno inmune a tentaciones golpistas. «Las Fuerzas Armadas hoy tiene un tercio del personal que tenían hace 25 años y un cuarto del presupuesto», observa Fraga. En estos años se han ajustado el cinturón.

Pionera en el Cono Sur en recuperar la democracia, Argentina, sin embargo, se encuentra por detrás de sus vecinos en hacer buena letra para respetarla. «Tener la democracia más antigua no significa que sea la más madura», matiza Graciela Romer, titular de la Consultora Romer y Asociados. «Chile -continúa- recuperó la democracia, después de 17 años de dictadura, en 1989, pero ha demostrado tener una capacidad de adaptación democrática similar a la de Brasil y Uruguay que la recuperaron en 1985».

En este cuarto de siglo, los cimbronazos y crisis en la tercera economía de Iberoamérica han sido seña de identidad propia hasta alcanzar, como en el año 2001, expresiones tragicómicas: en una semana el país tuvo cinco presidentes. Únicamente Carlos Menem y Néstor Kirchner consiguieron terminar sus mandatos y éste último, en una pirueta institucional de dudosa legitimidad democrática, le entregó el testigo de la Presidencia a su propia esposa. «Formalmente ella fue elegida en las urna pero su candidatura fue decisión única de su marido. No hubo una discusión interna, ni primarias. Esta es otra de las carencias democráticas de Argentina», insiste Romer.

Pese a lo que dijo Raúl Alfonsín, el tiempo ha demostrado que en Argentina, con democracia, no se garantiza que la gente coma, se eduque y se cure. La pobreza sigue haciendo mella, en especial en las provincias norteñas, la educación está cuestionada y según distintos estudios internacionales, lo que Argentina tuvo, -un sistema ejemplar en el continente-, no fue capaz de retenerlo.

En cuanto a la sanidad, pese a la calidad de sus especialistas, «el déficit sigue siendo importante», advierte los analistas. Sin embargo, hoy, al menos, se vota.

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