Al Fatah se mira en el espejo
Al Fatah clausura hoy en Belén el 6º congreso de su historia, el primero tras el celebrado en 1989 en Túnez, con el objetivo de adoptar un nuevo programa político que le permita jugar en el futuro el mismo papel de liderazgo que desempeñó bajo ... la dirección de Yaser Arafat. He aquí algunos de sus desafíos:
Relevo generacional: En busca de un nuevo liderazgo
La edad media de los más de 2.000 delegados reunidos en Belén muestra la necesidad de que la generación que llegó a la cúspide junto a Arafat se haga a un lado y permita ascender a la denominada «Guardia joven», integrada por políticos nacidos en los años 60 y que dirigieron, desde las calles, la primera intifada contra Israel en la década de los 80. El principal inconveniente con el que se enfrenta esta corriente para ser una alternativa de poder real es que su líder, Maruan Barghuti, está encarcelado en Israel.
Superar la corrupción: Al Fatah busca limpiar su imagen
Una de las losas que hundieron la popularidad de Al Fatah fue la desbocada corrupción protagonizada por la camarilla dirigente, tras la creación de la Autoriadad Nacional Palestina en 1994. Del descontento popular emergió Hamás. Este proceso desembocó en la victoria de los islamistas en las elecciones legislativas de enero de 2006.
La reconciliación con Hamás: Gaza y Cisjordania, desconectadas
Dicho triunfo electoral inició la fragmentación de los territorios ocupados y la posterior división palestina. Actualmente Hamás controla la franja de Gaza, tras expulsar a las fuerzas de seguridad fieles a Mahmud Abbas en junio de 2007, y Al Fatah domina Cisjordania. De hecho, Hamás ha prohibido a más de 300 delegados del partido de Abbas en Gaza que abandonen la franja para acudir al congreso en Belén.
El proceso de paz: Israel busca un interlocutor
La unidad es imprescindible, no sólo para estabilizar los Territorios Ocupados sino también para retomar el proceso de paz con Israel. Mientras la división persista los palestinos no tendrán una voz autorizada que les represente en unas negociaciones de paz y que pueda garantizar el cumplimiento de los acuerdos a los que se comprometa, por lo que ambas partes están condenadas a entenderse.
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