Crisis en la City, ¿qué crisis?

Las polémicas declaraciones de un farsante en la BBC han vuelto a ensuciar el nombre de los «trader». ¿Quiénes son en realidad las personas que pulsan las teclas de los mercados globales?

Crisis en la City, ¿qué crisis? AP

BORJA BERGARECHE

Cada noche me voy a la cama soñando con una nueva recesión. Es una oportunidad. Cualquiera puede hacer dinero». Estas tremendas declaraciones de un supuesto experto en finanzas, realizadas en directo en un telediario de la cadena pública británica el pasado lunes, han reactivado la ... inquina popular contra los mercados financieros. Alessio Rastani, un charlatán que se presentó como «trader» en la entrevista, reconocería más tarde que lo suyo es «buscar atención, nada más; soy un hablador, lo de invertir es un hobby, no un negocio». Y menos mal. Los datos obtenidos por «The Daily Telegraph» demuestran que el falso operador de bolsa ha perdido unos 12.000 euros con sus inversiones en los últimos cuatro años. El único aspecto de su vida —vive en casa de su novia a las afueras de Londres, y nunca ha trabajado en la City— que le asemeja en algo a los expertos bursátiles cuya voz suplantó, para vergüenza de la respetada BBC.

«Este tío es un anormal. No conozco a ningún inversor que haga tela de verdad en esta crisis. Cuando las cosas van tan mal, tienden a ir mal para todo el sistema», cree un «trader» que opera para un fondo de pensiones de una institución española, y que prefiere no citar su nombre. Sin embargo, Geraint Anderson, un ex analista financiero londinense y autor del libro «Just Business», explica que su «única sorpresa fue que Rastani rompiera el consenso no escrito en la City de no ser tan franco. Esta ciudad está llena de gente sin escrúpulos cuya única ambición es llenar sus bolsillos sin fijarse en las implicaciones negativas que pueda tener para otros», declaraba esta semana al portal de la BBC.

¿Quiénes son entonces los habitantes de esa milla cuadrada en el este de Londres que constituye la City, el corazón del sistema financiero mundial? «La City es un lugar en el que un chaval de 30 años en camisa y con un café en la mano te recibe en un despacho espectacular, de ventanales enormes, para someterte a un durísimo interrogatorio sobre tu propia empresa, cuyos números conoce mejor que tú», explica un empresario español que ha participado en varias salidas a Bolsa. Según datos de la Autoridad del Gran Londres, el 45% de los inscritos en este distrito londinense ocupan cargos directivos, el porcentaje más alto, con diferencia, de la capital británica. Y comparten una obsesión: el bonus.

La remuneración variable en función de objetivos es el tema de las noticias más populares de «Here is the City» (www.hereisthecity.com), el blog de información y apuntes confidenciales de referencia en el sector financiero londinense. Uno de los «post» más leídos esta semana se titulaba «Nueve razones por las que es probable que tu bonus de 2011 sea el peor de los últimos años».

De mañana y de tarde

Según el proyecto «Banking Blog» del diario «The Guardian», un interesante retrato periodístico de banqueros y financieros realizado por un antropólogo holandés, «existe una división clara entre quienes ven a sus hijos por la mañana y quienes los ven por la tarde». Los «brokers» y los «traders» tienden a despertarse a las 4-5 de la mañana para estar listos en sus despachos en la apertura de los mercados. Estos ven a sus hijos por la tarde. Por el contrario, los abogados, analistas o especialistas en fusiones y adquisiciones suelen llevar a sus hijos al colegio por la mañana porque a menudo trabajan hasta medianoche, afinando contratos o preparando presentaciones.

Como a casi todos los colectivos profesionales, les distingue un peculiar argot, a menudo inaccesible para los «outsiders». «Cuando entré en Goldman Sachs, tuve que usar una libreta para recopilar hasta diez formas diferentes que utilizaba la gente para referirse a operaciones de compra y venta, no entendía lo que me pedían», explica un veterano londinense del banco de inversión, que prefiere el anonimato. Para el común de los mortales, términos como «broker» o «trader» son empleados de forma indistinta. Pero hay diferencias.

Un «trader» opera o «toma posiciones» —según el argot— por cuenta propia, a cuenta de la institución para la que trabaja (un banco, fondo de inversión o fondo de pensiones, por ejemplo). Un «broker» es, en cambio, quien hace operaciones en nombre de terceros, no gestiona un «libro» de valores propio como el «trader», y su remuneración está en las comisiones que obtiene por cada operación. «Trader» era Kweku Adoboli, el empleado del banco suizo UBS detenido en la madrugada del pasado día 15, en su casa de Londres, por generar un agujero de más de 2.000 millones al banco. Un «broker», por su parte, es la persona o institución que toma posiciones por cuenta ajena. Una sociedad de valores que gestiona patrimonios, por ejemplo.

Diálogo infinito

Así, eso que llamamos «los mercados» es, en realidad, una personificación del diálogo entre estos dos tipos de operadores. Los «trader» tienen una serie de pantallas delante en las que estudian el precio estimado de los productos financieros (Bolsa, deuda pública, materias primas, mercados de futuros, etc.). Cuando ven una posición interesante para los fondos que manejan, realizan una petición electrónica de compra o llaman por teléfono al «broker» que ofrece el producto. A cambio de traspasar sus fondos, buscan la rentabilidad más elevada —o más segura— para sus clientes. Así se opera en los mercados de renta fija (los bonos del Estado, por ejemplo). En este caso, existe un cierto margen para regatear el precio de compra de los activos financieros —«soy un fondo de pensiones de un gobierno y soy un buen cliente, véndeme más barato»—.

En los mercados de renta variable, por el contrario, no existe esta negociación. Los «trader» emiten órdenes de compra de forma electrónica para el precio que ellos estiman óptimo. Y es el sistema informático el que cuadra su petición con una oferta al precio solicitado. Y así, en este diálogo infinito, nacen, crecen… y mueren «los mercados».

En España, una empresa privada, Bolsas y Mercados Españoles (BME), es la que vende el software que da acceso al sistema solo a aquellos operadores autorizados por los reguladores públicos. Alessio Rastani no era uno de ellos. Pero su peculiar momento de gloria en la cadena pública británica ha manchado la reputación de quienes trabajan en un sector hiperregulado, incapaz por ahora de impedir que los desmanes de unos pocos condenen al resto de la Humanidad.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios