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La corrupción desborda Francia: Chirac, Sarkozy, los Le Pen y ministros de Hollande y Macron, señalados

Sarkozy, presidente de Francia entre 2007 y 2012, ha sido detenido este martes para ser interrogado por la policía de la Oficina Central para la lucha contra la corrupción

Una imagen tomada el 24 de marzo de 1981 muestra al entonces alcalde de París Jacques Chirac hablando con uno de los líderes de las juventudes de su partidos, Nicolas Sarkozy AFP
F.J. Calero

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Como una patología diagnosticada, la corrupción salpica a los principales políticos franceses . Si no es por un caso de empleos ficticios es por haberse financiado una campaña en sospechosas condiciones. A Nicolas Sarkozy le perseguirá siempre la sombra de la presunta ayuda económica del dictador Muamar el Gadafi, derrocado y asesinado páteticamente en las revueltas en Libia tras ser capturado en una cañería donde se encontraba escondido.

Sarkozy, presidente de Francia entre 2007 y 2012, ha sido detenido este martes para ser interrogado por la policía de la Oficina Central para la lucha contra la corrupción acusado de financiarse ilegalmente la campaña presidencial que le llevó al Elíseo gracias al dinero de la Libia de Gadafi . El expresidente conservador podría secundar a su antecesor en El Elíseo, Jacques Chirac , que fue condenado a dos años de prisió tras ser declarado culpable de malversación de fondos públicos para financiar ilegalmente al partido conservador que lideraba y del que también salió Sarkozy. Chirac, un experto diplomático mundial y parte del establishment político de Francia durante décadas, fue el primer ex jefe de Estado francés en ser procesado desde la Segunda Guerra Mundial. Pero el ex líder francés de 79 años no participó en el juicio después de que los doctores determinaran que padecía graves problemas de memoria.

Hace un año, los tres principales candidatos a ganar las elecciones presidenciales en Francia. François Fillon , el candidato por los Republicanos, fue imputado por malversación de fondos públicos en el caso de los empleos falsos de su familia, un hito en las campañas electorales del Hexágono. Aupado por este escándalo del líder conservador y el temor al auge del Frente Nacional, Emmanuel Macron , líder de ¡En Marcha! y a la postre vencedor de las elecciones, apareció en campaña relacionado con unas irregularidades y acusaciones de favoritismo en un viaje a Las Vegas con empresarios franceses. El joven líder centrista se defendía alegando que siempre había respetado las reglas en las licitaciones. La Fiscalía no involucró al actual presidente. Con la promesa de moralizar la política, Macron se puso rápidamente manos a la obra cuando en la recta final para las legislativas dejó caer a Richard Ferrand, hombre de confianza del presidente y nombrado ministro de la Cohesión Territorial. Ferrand, que ahora lidera la bancada del partido La República en Marcha en la Asamblea Nacional, tuvo que dimitir a los pocos días de asumir el cargo de ministro al destaparse que favoreció a su pareja y a su hijo durante su etapa en el sector privado y como diputado.

Le Pen y su partido, imputados

Marine Le Pen apela, desde que lidera el FN, a un electorado especialmente de la clase trabajadora, harto de la corrupción política. Con su estrategia de «desdiabolizar» a la formación ultraderechista, se ganó el favor de los jóvenes, rompiendo la tendencia de los movimientos populistas anglosajones: la gran masa de votos tanto del Brexit como la de Donald Trump en EE.UU. provenía de los mayores de 50 años. Frente al poder de lo rural, según un gráfico de «The Economist» el porcentaje de voto a Le Pen subió en las regionales de 2015 cuanto más se alejaba de París el colegio electoral, el principal caladero de Macron correspondía a una clase media cosmopolita y altamente educada, analiza Reuters. Su auge dependió de las investigaciones de medios alternativos como el satírico «Le Canard Enchaîné» y el digital «Mediapart». También, el ex alumno de la Escuela Nacional de Administración (ENA), la cantera elitista de presidentes franceses , se aprovechó de la percepción que se tiene de él de gestor efectivo y de éxito por sus años en la banca, aunque en el periodo que estuvo al frente de la cartera de Economía, Finanzas e Industria la sangría de parados no se detuvo. La derrota de Marine Le Pen frente a Macron truncó su estrategia de desdiabolización, «expulsó» al cerebro de esta estrategia, Florian Philippot, que ha fundado otro movimiento llamado «Los patriotas». Si el año 2017 no estaba siendo el mejor para Marine, en diciembre su partido, el Frente Nacional, fue imputado por la justicia francesa por un presunto caso de corrupción en el Parlamento Europeo, un caso por el que también estaba ella imputada.

Entre los presuntos empleos ficticios de Fillon y Le Pen, y las polémicas sobre el patrimonio de Macron, la justicia y el enriquecimiento de las élites políticas solaparon la crisis económica y la cuestión identitaria en la agenda de campaña. Cuando en enero de 2017 se desató el escándalo, Fillon pasó de gran favorito para llegar al Elíseo a verse sobrepasado por el joven Macron. « Le Canard Enchainé » también informó que la fiscalía nacional había concedido una acusación adicional por «tráfico de influencias» a los tres jueces encargados de investigar el caso de los empleos ficticios de Penélope Fillon e hijos. El semanario satírico reveló además que el candidato conservador devolvió los 50.000 euros que le prestó un empresario amigo suyo en 2013, en pleno escándalo.

Avances en la lucha anticorrupción

Así y todo, los escándalos de Fillon y Le Pen no les hundieron en las encuestas. Marine Le Pen había liderado los sondeos a lo largo de los meses previos a la elección, salvo tras un impulso inicial de Fillon y finalmente Macron. Estos datos indicaban que los votantes de Fillon castigaban más la corrupción de su candidato. Los casos, aunque parecidos, diferían en un punto clave: la familia Fillon se habría enriquecido con los empleos falsos y Le Pen no. Los franceses desconfían de su sistema político. Una encuesta de Haris publicada en octubre de 2016 concluyó que el 54% de los encuestados creía que una «gran parte» de éstos eran más o menos corruptos.

Marc-André Feffer, presidente de Transparencia Internacional Francia -organización que situaba el año pasado al país en la 23ª posición, de 180 países, en su índice de percepción de la corrupción- contaba en diciembre al diario francés «Journal du dimanche» que el país galo había progresado en la lucha anticorrupción desde que estalló el escándalo de Jérome Cahuzac, ministro del Presupuseto del Gobierno de Hollande acusado de evasión fiscal. Desde entonces se han adoptado varias leyes: en 2013 la administración creo la fiscalía nacional para asuntos financieros y más tarde una oficina para promover la transparencia de la vida pública y controlar las declaraciones de patrimonio de los diputados.

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