Negocios de familia en Corea del Norte
Mientras su pueblo necesita ayuda humanitaria, el joven caudillo Kim Jong-un mantiene la primacía militar y la venta de armas como principal fuente de ingresos de este aislado país
PABLO M. DÍEZ
Con motivo del centenario del padre de la patria, Kim Il-sung , su nieto y nuevo caudillo de Corea del Norte , Kim Jong-un, habló el domingo por primera vez en público ante decenas de miles de personas en el espectacular desfile ... militar [pincha aquí para ver la galería de imágenes ] que recorrió el centro de Pyongyang. Mientras los soldados marchaban al paso de la oca y la multitud se desgañitaba coreando su nombre y agitando los inevitables pompones de colores, el régimen lució músculo militar enseñando al mundo sus tanques y misiles, entre ellos uno nuevo de largo alcance.
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Ataviado con el tradicional traje norcoreano abotonado hasta el cuello, como si estuviera en la época de Mao, Kim Jong-un sorprendió con las formas seguras y relajadas que mostró durante su discurso. Pero, como se temía, sus palabras no lanzaron un mensaje de apertura ni reconciliación con el separado Sur, sino más amenazas de guerra. «La superioridad en la tecnología militar ya no está monopolizada por los imperialistas, y la era en que los enemigos nos amenazaban y extorsionaban con sus armas atómicas ha acabado para siempre », declaró el joven dictador, quien sin haber cumplido aún los treinta años ya acumula todo el poder político y militar del hermético y aislado régimen norcoreano. Sus alabanzas a la política «songun» de primacía militar para alzarse con la «victoria final» indican que continuará la senda marcada por su padre, el «Querido Líder» Kim Jong-il, fallecido el pasado mes de diciembre.
Las palabras de Kim Jong-un lanzaron más amenazas de guerra
«El régimen continuará liberando la economía gradualmente pero, como eso implica perder su idiosincrasia comunista, al mismo tiempo debe fortalecer su política militar», explica a ABC Briam Myers , un profesor de la Universidad de Dongseo, en Busan, experto en propaganda norcoreana.
Mientras 6 de los 23 millones de norcoreanos necesitan ayuda humanitaria según los cálculos de la ONU, este anacrónico régimen estalinista se gasta una fortuna en sufragar su controvertido programa nuclear y uno de los mayores Ejércitos del mundo, con 1,2 millones de soldados . Los medios surcoreanos calculan que, con independencia del estado en que se encuentre la depauperada economía nacional, Pyongyang ha destinado en los últimos años unos 3.000 millones de dólares (2.300 millones de euros) a su programa atómico y de misiles. Tal y como explicó al Parlamento el ministro surcoreano de la Unificación, Yu Wook-ik , el fallido lanzamiento de su último cohete supuso un desembolso de 650 millones de euros.
A cambio de mantener a su pueblo con cartillas de racionamiento, Corea del Norte se asegura un lugar destacado en el lucrativo negocio de la venta de armas, que Kim Jong-il cultivó con ahínco hasta atesorar una fortuna superior a los 3.000 millones de euros. Así lo detallan informes del Congreso de Estados Unidos que, junto a otros estudios de los servicios secretos de Corea del Sur, desvelan que las principales fuentes de ingresos del régimen son el tráfico de armas y la falsificación de billetes de 100 dólares , conocidos como «superdólares» porque resulta imposible distinguirlos de los verdaderos.
Catálogo nuclear
Para colmo de males, la Casa Blanca sospecha que Pyongyang podría incluir los ingenios nucleares en su amplío catálogo de armamento debido a su vasta de red de contactos internacionales. Sin ir más lejos, el profesor Abdul Qadeer Kh an, el «padre» de la bomba atómica paquistaní, confesó en 2004 que había vendido tecnología nuclear en el «mercado negro» mundial y que mantenía estrechos contactos con los científicos norcoreanos, a los que habría instruido y transferido sus progresos en tan explosiva materia.
Según las estimaciones de Seúl, tan turbios negocios le reportan a Corea del Norte unos 117 millones de euros al año. Por su parte, el Servicio de Investigación del Congreso norteamericano eleva tal cifra a varios cientos millones de euros anuales, ya que sostiene que Pyongyang «facturó» unos 800 millones de euros entre 2001 y 2004 solo por la venta de armas convencionales.
El régimen ha suministrado armamento a 18 naciones
Además, dichos análisis revelan que el régimen estalinista ha suministrado armamento a 18 naciones en vía de desarrollo, fundamentalmente de Oriente Medio y África. En esta cartera de clientes destacan Estados tan conflictivos como Birmania, Etiopía, Ruanda, Zaire o Uganda, que habrían adquirido misiles balísticos, artefactos más convencionales como lanzacohetes e incluso tecnología nuclear.
A unos precios que oscilan entre los 1,5 millones de euros y los 3,1 millones, Corea del Norte podría haber vendido también 500 cohetes Scud y otros 100 Rodong a los gobiernos de Irán, Libia, Siria, Egipto, Yemen, Vietnam, Sudán o Pakistán . Por su parte, el más avanzado de los misiles norcoreanos, el Taepodong 2, costaría 16,4 millones de euros, lo que supone un verdadero capital en uno de los países más pobres y necesitados del planeta.
De hecho, el 70 por ciento de los norcoreanos depende del Sistema Público de Distribución de Comida , un organismo estatal que, apoyado en su momento por la ONU, distribuía diariamente raciones con 250 gramos de alimentos, lo que representa solo el 40 por ciento de las calorías que requiere una persona para sobrevivir. Como consecuencia de esta escasez, el 35 por ciento de los norcoreanos está expuesto a graves riesgos para su salud y el 57 por ciento no tiene comida suficiente.
Economía estancada
Aunque el c entenario de Kim Il-sung debía servir para demostrar que Corea del Norte es una nación «fuerte y próspera» y el régimen insiste en que la producción industrial creció un 2 por ciento el año pasado, los datos de la ONU revelan que su economía está estancada desde la «Gran Hambruna» que se cobró entre 300.000 y dos millones de vidas a mediados de los años 90, cuando el país quedó totalmente paralizado por el colapso de la Unión Soviética.
El 70% de los norcoreanos depende del Sistema Público de Distribución de Comida
Por eso, cuando antiguos clientes como Birmania dejan de comprarle armas al iniciar un proceso de reformas democráticas, el régimen confisca el poco dinero o las divisas que puedan tener sus ciudadanos. Así ocurrió cuando, en 2009, anunció por sorpresa la revaluación de la moneda nacional para acabar con el «mercado negro» que había proliferado por la escasez reinante.
Aunque el nuevo caudillo proclama que mejorará el nivel de vida de su sufrido pueblo, a tenor de su primer discurso parece que continuará los oscuros negocios de la familia Kim.
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