Cienfuegos, el general que ha sacudido las relaciones entre EE.UU. y México
El caso del alto cargo mexicano apresado por narco en Los Ángeles y devuelto a su país sin cargos
El general Salvador Cienfuegos, durante un acto castrense en 2016 en Ciudad de México
Todo lo contrario a una bicoca -expresión militar española- ha supuesto el paseíllo por la prisión durante más de un mes del secretario de la Defensa Nacional (el equivalente mexicano del ministro de Defensa), Salvador Cienfuegos , en los seis años del mandato con ... el anterior Gobierno de Enrique Peña Nieto . Tal y como apunta la prensa azteca, el general estaría «recluido» en una de sus cuatro casas mientras para trasladarse podría elegir un Audi Q5 o su propio Hummer, bienes que no han sido congelados por la Justicia. Si quisiera podría elegir Miami, destino habitual de los militares de alto rango, ya que no le ha sido retirado el pasaporte a la llegada a su país de origen.
Según las investigaciones internas mexicanas no hay un rastro fidedigno que pueda involucrar al general y con el que sea acusado, por el momento, formalmente. Los conglomerados informativos mexicanos se ven incapaces de resolver la incógnita sobre si será juzgado o si quiera procesado. Aun así desde fuentes gubernamentales han expresado su voluntad de investigar el caso.
«No es un acuerdo de impunidad porque Estados Unidos no lo aceptaría y nosotros menos», expuso el ministro de Asuntos Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard , en rueda de prensa a la llegada del militar a suelo azteca. Según Carlos Loret de Mola -afamado periodista díscolo a la doctrina de Andrés Manuel López Obrador - que vaticinó la llegada y puesta en libertad del general, sugiere que no se le abrirá un trámite penal. «Eso lo sabemos todos», sentencia.
Enfundado en un atuendo formal (traje y corbata) aterrizaba en una aeronave del Gobierno de Estados Unidos el general Cienfuegos en el hangar de la Fiscalía General de la República Mexicana en Toluca, situado a 50 kilómetros de la capital mexicana, procedente de Nueva Jersey, después de pasar 33 días en el penal de alta seguridad de Brooklyn.
El suceso bate tres récords notorios en la reciente historia mexicana: nunca un militar de tan alto rango había sido encarcelado, es la primera vez que existe un acuerdo de este tipo (palabra de ministro) y jamás se habían infundido, sobre un asunto tan peliagudo, tantos dimes y diretes entre EE.UU. y México. Se temía una posible filtración de la operación que fue llevada a cabo por la DEA estadounidense, en absoluto secreta, hasta que el militar llegó al aeropuerto de Los Ángeles con su familia.
Un año antes ya había estado en el punto de mira del Departamento de Justicia que fundamentó su acusación de manera discreta pero, esperaron pacientemente para acechar al general una vez pisó suelo de EE.UU. Esta vez, sopesaron la voltereta del destino hasta el 18 de noviembre cuando Salvador Cienfuegos Zepeda se encuentra en plena libertad después de ser acusado de relaciones con bandas organizadas y lavado de dinero. En todo momento manifestó su total disposición de atender los requerimientos propios de la investigación.
Para observar las dimensiones del caso se encuentra la carpeta, con 743 documentos, proveniente del Departamento de Justicia de los EE.UU. que fue entregada a la FGR (Fiscalía General de la República), porque a partir de ese momento serán las autoridades mexicanas las protagonistas de las indagaciones.
Debate diplomático
Sobre lo que se cimienta el caso en México es que las diferentes autoridades no fueron informadas de las investigaciones llevadas a cabo por la DEA (Administración Antidrogas Norteamericana) en su propio su territorio. Lo que ha engendrado un debate diplomático, sin parangón entre los dos países, que se necesitan por una fuerte vinculación en la lucha contra el narcotráfico. Ora paso fronterizo de las mafias ora por su ardua actividad económica recíproca, con un intercambio comercial de 580.000 millones de dólares.
El ministro de Exteriores constataba el riesgo de que la concomitancia en materia de seguridad entre ambos países saltara por los aires e insinuaba una revisión de las relaciones. «Cooperación habrá, pero tendrá que ser sobre otras bases. Todo deberá ser diferente», advirtió en el semanario mexicano «Proceso». Según los informadores mexicanos, desde que arrestaron a Cienfuegos en EE.UU. los altos cargos del Ejército han manifestado internamente su desagrado por la toma de decisión unilateral de la Administración Trump. Considerando el acto como un quebrantamiento de la regulación existente entre ambas potencias en el acuerdo firmado con la poderosa DEA (Administración de Control de Drogas) estadounidense.
La explicación no satisfizo a Robert Menéndez , senador por el partido demócrata en Nueva Jersey y presidente del Comité de Relaciones Exteriores, que exigió explicaciones al fiscal, William Barr , y al secretario de Estado, Mike Pompeo . Barr estuvo presente en dos viajes a Ciudad de México para aclarar las pesquisas sobre actos delictivos.
Los fiscales encargados también enviaron una carta a Brooklyn en la que enunciaban por qué habían desestimado las acusaciones : «Consideraciones sensibles e importantes de política exterior». Una bicoca militar sobrevuela sobre las cabezas de las dos administraciones. Mientras, 454 millones de personas estarán expectantes a si sucede otro paseíllo. O no.
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