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Biden, sobre China: «No buscamos una nueva Guerra Fría»

El presidente de EE.UU. apenas mencionó a sus socios tradicionales europeos -ni de forma abierta ni velada-, ni mostró interés en reconducir de forma pública la crisis abierta con Francia

Joe Biden, en su discurso ante el pleno de Naciones Unidas EP
Javier Ansorena

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Joe Biden no mencionó a China ni una sola vez este martes en su debut en la Asamblea General de la ONU. Pero el gigante asiático era sin duda el elefante en la habitación. El presidente de EE.UU. se refirió una y otra vez de forma velada a su gran competidor global, en un discurso que dejó claro cómo la Administración Biden ha pivotado de forma definitiva sus prioridades hacia la región Índico-Pacífico.

Al contrario, apenas mencionó a sus socios tradicionales europeos -ni de forma abierta ni velada-, ni mostró interés en reconducir de forma pública la crisis abierta con Francia -entre sus principales aliados históricos- tras el acuerdo para la venta de submarinos de propulsión nuclear a Australia.

«Estamos en un punto de inflexión en la historia», dijo Biden, al mismo tiempo que reconoció que «EE.UU. se está centrando en las prioridades y en las regiones del mundo, como la Índico-Pacífico que son más importantes hoy y mañana». El presidente de EE.UU. aseguró que lo hará «con nuestros aliados y socios y a través de la cooperación con organizaciones multilaterales como la ONU» pero, como acaba de demostrar con la alianza Aukus -con Reino Unido y Australia para contener a China en la región-, también lo hace de espaldas a socios tradicionales como la Unión Europea.

Socios europeos

Si Biden ha tratado de pasar de puntillas por las turbulencias que sufre su relación con sus socios europeos, éstos no han querido dejarlo pasar. Francia ha dejado clara su indignación por Aukus, un acuerdo por el que ha perdido un contrato multimillonario con Australia para la fabricación de submarinos y en el que no se ha tenido en cuenta su presencia en la región Índico-Pacífico, la mayor para cualquier país europeo. Los grandes actores de la Unión Europea han mostrado su apoyo. «Uno de los estados miembros ha sido tratado de una forma inaceptable, necesitamos qué ha pasado y por qué», dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen . Desde Alemania, su ministro para Asuntos Europeos, Michael Roth , aseguró que «hay que reconstruir la confianza» con EE.UU. y reconoció que «no será fácil».

Biden hizo ayer llamamientos a la unidad, al multilateralismo y a la cooperación entre socios. Sonaba a una versión del ‘America is back’ (‘EE.UU. ha vuelto’) que pronunció poco después de llegar a la Casa Blanca y con el que quiso marcar distancias con la línea proteccionista, bilateral y aislacionista que defendía su antecesor, Donald Trump. En la política real, sin embargo, Biden no está tan lejos de Trump en lo que tiene que ver con sus socios europeos: no ha acabado de eliminar los aranceles comerciales, la escasa comunicación y coordinación para la salida de Afganistán ha provocado desconfianza y lo ha rematado con la afrenta a Francia por los submarinos.

Lo que nunca ha escondido Biden es que su mirada está puesta en otra parte del mundo. Cuando desgranó los grandes desafíos -pandemia, cambio climático, terrorismo- muchos están relacionados de forma directa con China. Por ejemplo, «gestionar los cambios en las dinámicas de poder globales» o «dar forma a la legislación internacional en asuntos clave como ciberseguridad o tecnologías emergentes».

Referencia a China

De forma específica, habló de desarrollar «nuevas normas sobre comercio global y crecimiento económico», una referencia inequívoca a China, que amenaza con quitar a EE.UU. la posición de primera potencia económica en las próximas décadas. Biden habló en concreto de «igualar el terreno de juego , para que no esté inclinado de forma artificial para ningún país en particular, a coste de otros».

«Todos los países tienen el derecho y la oportunidad de competir de forma justa», añadió. «Nos esforzaremos en asegurar que los derechos laborales básico, la protección medioambiente y la propiedad intelectual sean protegidos».

El único ataque directo a China fue mencionar a Xinjiang , la región autónoma al Oeste del país, dentro de la necesidad de «denunciar la opresión a minorías raciales, étnicas y religiosas».

«No buscamos una nueva Guerra Fría, ni un mundo dividido en bloques rígidos», dijo el presidente de EE.UU., en un momento en el que las dinámicas de la política exterior empujan hacia ese tipo de conflicto entre Washington y Pekín. «EE.UU. está dispuesto a trabajar con toda nación que dé un paso adelante y busque la resolución pacíficas de desafíos compartidos, incluso si tenemos desacuerdos profundos en otros ámbitos».

Salida de tropas

Biden aprovechó el discurso para defender la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán, un episodio que sembró la desconfianza de la comunidad internacional en la capacidad exterior de EE.UU. «Por primera vez en veinte años EE.UU. no está en guerra», dijo sobre una promesa electoral que hizo como candidato y que cumplió con una salida caótica y trágica del país. «Pasamos página», aseguró. «La fuerza, energía, compromiso, voluntad y recursos inigualables de nuestra nación se ponen ahora en lo que tenemos delante, no lo que estaba detrás».

Entre esos desafíos, Biden hizo mucho hincapié en la pandemia y, sobre todo, en cambio climático. Habló poco después de que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en el discurso inaugural del debate de la Asamblea General, asegurara que el mundo está en 'código rojo' y retratara una situación límite: «El mundo debe despertar. Estamos en el filo de un abismo y moviéndonos en la dirección equivocada. Nuestro mundo nunca ha estado más amenazado, ni más dividido. Nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestro tiempo», dijo Guterres.

Biden compartió la idea y exigió a la comunidad internacional un avance decisivo contra la crisis climática. «Nada de eso es inevitable, es una elección», defendió. «No nos podemos permitir perder más tiempo».

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