Bélgica, más de un año sin gobierno

El partido nacionalista Nueva Alianza Flamenca bloquea la formación del ejecutivo. Pero el país funciona

Bélgica, más de un año sin gobierno EFE

ENRIQUE SERBETO

Después de las elecciones legislativas, la tradición belga señala que el Rey nombra a un encargado de explorar las posibilidades de organizar una mayoría, al que según el clima político se le da un nombre que indica la proximidad de un acuerdo. Desde las del ... 13 de junio del año pasado, Alberto II ha nombrado ya a un informador, un preformador, dos conciliadores, un clarificador, otro conciliador, otro informador, un negociador y desde el 16 de mayo, finalmente, un formador de Gobierno, el socialista Elio Di Rupo, que tampoco ha logrado ningún avance notable. Los belgas han rebasado ya la frontera de un año sin ser capaces de organizar un Gobierno y se encaminan hacia unas nuevas elecciones, sabiendo que según las encuestas no lograrán cambiar lo esencial del mapa político del país.

En este tiempo, sin embargo, el Gobierno en funciones, presidido por el democristiano flamenco Yves Leterme, ha gestionado los asuntos corrientes, con la ayuda del Parlamento electo que aprobó sin problemas el presupuesto de este año. Hasta ha enviado aviones de combate a la operación de la OTAN en Libia.

Es posible que el principal factor de estabilidad haya sido precisamente la raíz de la crisis. En los últimos 30 años, los belgas han construido un estado tan descentralizado que además de costar una fortuna (dos parlamentos federales, cuatro regionales, uno comunitario y sus respectivos gobiernos para un país de menos de once millones) y de profundizar en la división entre flamencos y valones, a la hora de la verdad permite que sean las regiones las que gestionen la mayor parte de las competencias que afectan a la vida cotidiana. Sin embargo, el director general de Museos y Bellas Artes, Michel Draget advierte sobre esta situación «que puede hacer pensar que hay trozos del Estado belga que no sirven para nada, pero es falso creer que no tendrá consecuencias».

Para Beatrice Delvaux, la directora de Le Soir, la causa del bloqueo político es «la negociación con un partido nacionalista cuyas exigencias son fluctuantes y maximalistas, que a su vez impide a los demás partidos flamencos ceder al acuerdo». En efecto, la principal novedad fue la irrupción de los nacionalistas de la Nueva Alianza Flamenca (NVA) que obtuvo el 30 por ciento de los votos con un líder, Bart de Wever, cuyo mensaje se puede resumir así: Bélgica no funciona como estado y hay que reformarlo a la medida de los flamencos, que son la mayoría demográfica, o tirarlo a la basura. Hasta ahora, De Wever ha hecho lo posible para demostrar que el acuerdo es imposible. Y, se lamenta Delvaux «si después de todo todavía cuenta con 33 por ciento de las intenciones de voto y alcanza cotas de popularidad del 53 por ciento en Flandes, se entiende que no quiera que esto cambie. Es agotador, inquietante y desesperante».

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