Aquel antiguo régimen
La gradual desintegración del poder del Baas en el Irak post-Sadam Husein nada tiene que ver con las crisis del «ancien régime» analizadas por Tocqueville. Estamos más bien ante el desmantelamiento de un despotismo cuyos intereses perduran en unos núcleos armados sin otra alternativa ... que morir matando. No pocos expertos en estrategia están indicando que se da una percepción errónea del momento iraquí al poner la lente de aumento -las cámaras de televisión- en Bagdad sin enfocar a la vez la progresiva normalización de la vida pública en extensas zonas del resto de Irak. En Basora, por ejemplo, la administración británica ya ha puesto en pie una Policía Local que opera con normalidad, del mismo modo que en zonas del sur chiíta ha quedado fuera de uso el toque de queda.
Entre las gentes de Bagdad las circunstancias abundan en lo contradictorio, en la dicotomía entre la ocupación norteamericana y el derrocamiento de Sadam Husein, mientras la reconstrucción institucional y las infraestructuras del país recaban fondos y medios. Los tanteos de opinión están muy lejos de la unanimidad: por una parte, una mayoría de la población quiere que la coalición internacional se quede por lo menos un año, al tiempo que -también mayoritariamente- piensa que la intervención militar no tiene otro origen que el petróleo. A la noche hobbesiana de Bagdad le queda trecho antes de ver la luz esclarecedora de un cuarto poder veraz e independiente, todo lo contrario de las soflamas totalitarias del periódico Babel que dirigía Uday, el hijo más bestialoide de Sadam Husein.
Para unos, Tocqueville es un teórico de la continuidad; para otros, lo es de la transición. En Irak la transición ya ha comenzado, con el aval de las Naciones Unidas, después de sesiones menos unitarias del Consejo de Seguridad. La mayor o menor diligencia y estabilidad de un Irak constituyente reaproximará la soberanía a su único titular legítimo. Un representante legal del nuevo Irak va a llegar pronto a la sede de las Naciones Unidas pero no será sin que la transición iraquí prosiga inspirando a los profesionales del mal augurio.
vpuig@abc.es
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