El control de la mezquita de Al Aqsa, en el origen del envenenado conflicto

Las cifras se disparan en las festividades judías como las recientes de Sucot y con este aumento de visitas crece la percepción entre los palestinos de que los judíos se van a quedar también con Al Aqsa. Desde los grupos más radicales de Israel plantean abiertamente además la destrucción de la mezquita para levantar allí el Tercer templo.

La actual espiral de violencia tuvo sus primeras víctimas mortales el 1 de octubre, pero comenzó a mediados de septiembre con la ilegalización de grupos de activistas conocidos como Murabitum y Murabitat (que se traduce como hombres y mujeres piadosos) que gritaban «Allahu Akbar» (Dios es grande) en el recinto sagrado cuando veían visitas de colonos. Fueron días de auténticas batallas campales matinales en la Explanada. En una entrevista concedida a este medio, el jeque Omar Kiswani, director de la mezquita de Al Aqsa, pidió a las autoridades de Israel «que frenen cuanto antes la llegada masiva de judíos radicales que acuden a este lugar sagrado para realizar ritos talmúdicos. Damos la bienvenida a todos los turistas, sean de la religión que sean, pero aquí solo podemos rezar los musulmanes y exigimos un respeto». Nadie escuchó a los religiosos y en las posteriores fiestas de Rosh Hashanah el número de visitas fue aún mayor; entonces se radicalizaron las protestas y llegaron los ataques.

Poco parece importar que el rezo a los no musulmanes esté prohibido en la Explanada de las Mezquitas desde el siglo XII, los palestinos piensan que Israel ocupará este lugar y lo defienden por todos los medios a su alcance, en este caso piedras, cócteles molotov, cuchillos, alguna pistola y atropellos. Un pensamiento al que ayuda la propaganda de los movimientos islámicos, pero también las decisiones del Ministerio de Defensa de silenciar las protestas de los grupos de activistas y prohibirles el acceso, la imposición de restricciones al rezo para los menores de 50 años o la decisión de la Justicia de otorgar a la Fundación Ciudad de David (conocida como Elad), en manos de colonos, la gestión del Parque Arqueológico de Jerusalén, al lado del Muro de las Lamentaciones,

Lo que los musulmanes conocen como Explanada de las Mezquitas, desde donde Mahoma subió a los cielos por lo que lo consideran su tercer lugar sagrado por detrás de Meca y Medina, es el Monte del Templo para los judíos , el lugar más sagrado en su religión y donde creen que se levantará el Tercer Templo. Desde la victoria de Israel en la guerra de 1967 la Ciudad Vieja pasó bajo control israelí, pero este lugar santo se rige por un acuerdo por el que Jordania gestiona la Explanada a través del Waqf . El statu quo respetado hasta ahora marca que solo los musulmanes pueden rezar en la zona superior de este lugar y que los judíos lo harán en uno de sus muros, conocido como Muro de las Lamentaciones, único resto en pie del Templo destruido en el año 70 DC.