¿Qué pasará en Grecia el día después del referéndum?

La primera consecuencia del «sí» sería la caída del gobierno populista de Alexis Tsipras . Él mismo no ha descartado que tuviera que dimitir en caso de ser desautorizado por los ciudadanos y su ministro de Economía, Yanis Varufakis, lo reconoció públicamente ayer mismo. Después de haber convocado el referéndum haciendo campaña por el «no», Tsipras no podría seguir gobernando sin correr el riesgo de provocar una confrontación interna en Grecia. Falta saber si podría ser sustituido por una complicada nueva mayoría formada en torno al segundo partido más votado, Nueva Democracia, o si tendrían que convocarse elecciones anticipadas , algo que dependería esencialmente de la situación en el seno de Syriza. El presidente del Parlamento Europeo pidió ayer un gabinete de tecnócratas.

Un nuevo Gobierno, cualquiera que fuera, debería entonces pedir al Eurogrupo un tercer rescate a partir de cero . El primer paso sería que los ministros de economía de la zona euro le pedirían a la Comisión Europea que hiciera un informe para determinar si Grecia cumple las condiciones para ello. Teniendo en cuenta el resultado del referéndum como han prometido las autoridades europeas, en este caso las condiciones exigidas serían más flexibles .

El anuncio del restablecimiento del diálogo daría pie al Banco Central Europeo (BCE) para que incrementase el techo de liquidez de emergencia que aporta a los bancos griegos, para normalizar la situación creada por el control de capitales. Legalmente, el BCE no puede facilitar ayuda a un banco que no sea solvente. No está claro, sin embargo, si ello significaría automáticamente el levantamiento del control de capitales, que probablemente se mantendrá más tiempo.

Grecia debería poner en marcha un nuevo programa de reformas, que la UE tendría que supervisar muy de cerca, para evitar que descarrile como los anteriores. La cuestión de la sostenibilidad de la deuda, que es desde hace tiempo el centro de las discusiones, podría ser puesta sobre la mesa en caso de que hubiera un acuerdo sobre las reformas y la estabilidad presupuestaria. La Comisión Europea tiene dinero para lanzar un plan de inversiones específicas con el que intentar reactivar la economía. De todos modos, los posibles efectos beneficiosos tardarían en ser apreciables. Los efectos desastrosos de este medio año de gobierno populista no serían fáciles de superar en ningún caso.

Tsipras se habría salido con la suya y resultaría reforzado ante su electorado. Sin embargo, desde las instituciones acreedoras le han advertido que no le servirá, como el propio primer ministro griego decía ayer mismo, para negociar con más fortaleza. Al contrario. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, dijo ayer que «si sale el ‘no’, la pregunta no será si hay base para otro acuerdo, sino si hay base para que Grecia siga en el euro». Juncker también dijo que sería considerado como un mensaje de que quieren «alejarse de Europa» . Las relaciones con Tsipras serían muy complicadas, incluso desde el punto de vista personal, con muchos dirigentes europeos.

Grecia se encontraría en una encrucijada económica todavía más complicada sin ayuda europea. Con el «corralito» instaurado y sin acceso a los mercados internacionales de capitales. Ya está en situación de mora frente al Fondo Monetario Internacional (FMI) y ahora necesita más de 6.800 millones para distintos vencimientos en el mes de julio. El más importante es el del día 20 y que suma 3.620 millones que debe pagar al BCE. Sin acuerdo con los socios europeos no podrá enfrentar estos pagos lo que significa que el BCE estará legalmente obligado a cortar toda financiación del sistema financiero griego. El colapso sería automático.

En un primer momento, el Gobierno de Syriza podría utilizar pagarés para entregar a los pensionistas y a los proveedores, si mantiene su determinación de seguir en el euro a pesar de todo. En el caso más extremo, podría imprimir dracmas, lo que significaría su salida de la moneda única. Se ha calculado que la cotización de esa moneda sufriría una devaluación del 70% respecto al euro.

En muchos países de la Unión Europea se producirían manifestaciones de apoyo a los radicales de Syriza. Empezando por Chipre , donde el Gobierno ya está tratando de contenerlas ante la presión de casi todos los partidos políticos, y también en España, Francia e Italia. En algunos lugares como París esas manifestaciones ya han empezado. La movilización en contra de la política de austeridad podría cobrar una dimensión europea. La inestabilidad política podría contagiarse en el seno de la zona euro.