El asesino de Dinamarca se radicalizó en la cárcel

Los padres de Omar el-Hussein, palestinos de la diáspora, llegaron a Dinamarca tras pasar por un campo de refugiados en Jordania. Danés de nacimiento, crecido en el culto del odio a Israel, el joven abatido a tiros el domingo en Copenhague tuvo una escolaridad accidentada que pronto desembocó en la delincuencia común.

Como en el caso de los autores de las matanzas de Toulouse y París, en Francia, Omar el-Hussein pasó de la delincuencia al culto del yihadismo a través de amigos y conocidos que frecuentaron cárceles y mezquitas radicales. Sus antiguos compañeros de clase, en varias escuelas e institutos daneses, recuerdan a un joven «servicial» y «taciturno», que hacía gala de un odio profundo a los judíos. La policía danesa, por su parte, confirma amistades y relaciones peligrosas, entre la delincuencia, el antisemitismo y la «vocación yihadista». Omar el-Hussein fue detenido recientemente por haber agredido a navajazos a un adolescente, en un bar de Copenhague. «Taciturno, con un gusto pronunciado por uso de armas de todo tipo», Omar El-Hussein no hizo nunca ningún viaje de aprendizaje terrorista a Oriente Medio, pero aspiraba a convertirse en jefe de alguna banda suburbana y se jactaba en Facebook de ser «leal hasta la muerte» a los yihadistas de Ejército Islámico.

Este retrato robot de Omar El-Hussein coincide con la ideología del islamo-fascismo denunciada como una amenaza creciente por el primer ministro francés, Manuel Valls. Como los autores de la matanza de «Charlie Hebdo», en París, a primeros de año, el autor de los tiroteos contra los participantes en un debate sobre islam y libertad de expresión en Copenhague se ajusta al retrato del militante del islamo-fascismo que los especialistas definen con estas características: «culto de la violencia asesina», «obsesión en el sentimiento de humillación», «paranoia antisemita», «culto dogmático del libro único revelado» «odio a las sexualidades diferentes» «desprecio de la cultura y el arte», «utilización rudimentaria de palabras de origen izquierdista», «culto del martirio y el sacrificio».

A juicio de Manuel Valls, primer ministro, el islamo-fascismo es una variante del yihadismo, que Europa debe combatir colectivamente: «Todos estamos en guerra contra el islamo-fascismo, dentro y fuera de nuestras fronteras. Debemos habituarnos a vivir con ese doble peligro, yihadista e islamo-fascista, que puede amenazarnos desde nuestros suburbios, o como proyección de organizaciones internacionales, como el Estado islámico o Al Qaida».