El Senado de EEUU da luz verde a la entrega de armas a los rebeldes sirios

El Congreso no se pronunció en relación a una autorización más general sobre la nueva guerra emprendida contra el EI, algo que Barack Obama asegura desear pero no necesitar y que los propios congresistas prefieren no abordar antes de las elecciones legislativas del 4 de noviembre, por el costo electoral que podría suponer.

De hecho, diversos miembros del Congreso del Partido Demócrata prefirieron votar en contra de la estrategia de Obama, por el temor a que al final suponga el envío de tropas de tierra y acarree una mayor implicación militar de EE.UU.

El presidente estadounidense compareció ante las cámaras tras el voto en el Senado el jueves por la noche, que siguió al celebrado el día anterior en la Cámara de Representantes. A pesar de voces díscolas en su partido, así como también entre los republicanos, Obama prefirió destacar que la aprobación había contado con la mayoría en ambos partidos. «Somos más fuertes cuando trabajamos juntos. Hemos mostrado al mundo que estamos unidos», dijo.

Obama no adelantó cuándo comenzarán los ataques de EE.UU. en Siria, aunque probablemente aún transcurrirá tiempo antes de que los bombardeos estadounidenses puedan coordinarse con fuerzas rebeldes sirias sobre el terreno. En el caso de Irak, los ataques aéreos de EE.UU. llevan ya seis semanas. Obama se felicitó del anuncio que acababa de hacer el presidente francés, François Hollande, sobre la próxima participación de aviones franceses en esos ataques.

El miedo a implicarse más de la cuenta en una nueva guerra explica el voto contrario, especialmente entre los demócratas, registrado el miércoles por la noche en la Cámara de Representantes. La Cámara aprobó entrenar y equipar a rebeldes sirios moderados por 273 votos frente a 156. Hubo 85 demócratas que se opusieron (el 40 por ciento del grupo parlamentario), así como 71 republicanos.

La iniciativa fue aprobada el jueves en el Senado, por 78 votos frente a 22, una mayor proporción que se debe a que no fue votada individualmente, sino dentro de un paquete presupuestario más amplio. En esta ocasión hubo diez senadores demócratas que votaron contra Obama, entre ellos Elisabeth Warren, la máxima figura de la izquierda del partido. Otros tantos republicanos también se opusieron.